El otro día me puso un correo una amiga que trabaja en las cercanías.
-¿Nos tomamos un café a las 10?
-¡¡¡Qué pena!!! Ya he quedado con un cliente libidinoso. Con lo que me apetecía cotillear contigo -le respondí rápido, entre un ingreso y un cobro de multa.
Me salió la palabra del alma y acabo de buscar su significado por si me he pasado definiendo a un señor que tiene hijos de mi edad.
Libidinoso: Lujurioso
Lujuria: Apetito desmedido y desordenado de los placeres carnales. Deseo sexual incontrolable.
Sí, ciertamente me pasé, porque con sus 80 años, creo que es libidinoso de boquilla, que el cuerpo es el que es y ya no está para muchos trotes.
Viudo desde hace unos tres años, aparentemente no ha estado triste ni deprimido. Visitaba clubes de alterne incluso en vida de su esposa. Cuando yo le decía que eso estaba muy feo, él se defendía con el argumento de que su mujer podía gastar todo lo que quisiera, que él nunca le había puesto límites, que ella vivía muy, pero que muy bien.
Siempre intenta invitarme a comer, o a cenar. Me dice que le salgo muy baratita porque con un café y una tostada me conformo.
-Juan, no me importa tomarme contigo un café de vez en cuando, pero una comida o una cena prefiero hacerlas con mi marido.
No se da por vencido y continúa tentándome con mariscadas y restaurantes de varios tenedores.
-¡Que no insistas! ¡No me gusta el marisco! A lo máximo que llego es a pelar langostinos. Percebes, langostas y otros bichos con cáscara no los quiero ni ver.
Y así, de vez en cuando, queda conmigo.
-Anota en la agenda: jueves a las 11:00 -me dice después de criticar a gusto al director y a Maripi, con los que no congenia en absoluto.
Y ahí está el día previsto, a la hora convenida, como un reloj. Salimos a una cafetería cercana y yo le pregunto por sus hijos, sus nietos y por Marifé, esa señora de su edad que a veces sale con él. A ella sí le gusta comer marisco y que le aparten la silla en el restaurante y le ayuden a quitarse el abrigo.
-Pero es que Marifé se las da de moderna y está muy poco liberada.
-¿Eso lo dices porque no quiere acostarse contigo? Juan, que ya no tienes edad.
-Lo dirás tú -me replica- me tomo una de esas pastillitas y estoy como un toro.
-¿Así, sin receta médica ni nada? A ver si dejas a tus nietos sin abuelo.
Y con estas conversaciones surrealistas se nos pasa el ratito de descanso.
Al volver me dice Augusto,el director:
-Zarzamora, eres la única que aguanta a Juan Tenorio. Es un cliente de mi cartera pero a mí no me quiere ni ver. A ver si consigues que nos traiga la pensión.
-Me vas a tener que dar parte de tus "premios", que ya sabes que son difíciles las gestiones con Juan -le contesto riendo.
-Sí, no te preocupes, te invitaré a un café.
Mmmm ¿Café con Augusto? No sé, no sé. Realmente me divierto más con Juan Tenorio. Es cierto que es un poco lujurioso, pero conmigo es un auténtico caballero.
¡Si señora!. Una de cal y otra de arena para atraer clientes al banco.
ResponderEliminarcierto que los hay que no se cansan nunca y cuya libido la tienen por las nubes, aunque, con pastillita cualquiera.
Debe de tratarse de un tipo simpático y de fiar.
Abrazos.
Nos reímos un rato, que eso siempre está bien. Un abrazo.
EliminarCreo que yo también conozco a tu don Juan. Es muy divertido, un piropeador nato, y un galán trasnochado que quiere pillar aunque sea un catarro. Sí, el mismo. Pero es tan caballeroso que yo también le aguanto algún que otro saludito mañanero cuando entro en la oficina, acompañado de la correspondiente palmadita-caricia en el hombro. ¡Ay Señor!
ResponderEliminarNo sabía que estuvieran tan extendidos estos "caballeros". ¿También a ti intenta invitarte a marisco? Ja, ja, ja. Un abrazo
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