Hoy me he incorporado al trabajo después de unas estupendas vacaciones de las que quizá os hable en una próxima entrada. Ya sabía que teníamos chico nuevo en la oficina, pero a diferencia de aquel antiguo anuncio de colonia Farala (por cierto, qué mal olía esa colonia), en que probablemente Sergio Dalma o alguien de voz similar canturreaba "tenemos chica nueva en la oficina, se llama Farala y es divina", este nuevo "fichaje" no me parece muy divino.
Probablemente arrastre problemas laborales y seguro que hay muchas explicaciones para que haya estado alejado del trabajo más de un año, pero llega un momento en que me harto de enseñar al que no sabe y tiene un salario superior al mío, y de hacer trabajos que deberían hacer los jefes.
Sí, tenemos un compañero más que, de momento, no ayuda; entorpece y pretende darme lecciones.
Esta mañana, al llegar, le he saludado con rapidez antes de que se recluyera en el despacho de Augusto, el director, que imagino que estará encantado de tener nuevamente compañía varonil.
La mañana ha sido complicada. Siempre que alguien tiene vacaciones (ahora le tocaba a Lupe) coincide que Augusto tiene citas médicas y desaparece de la oficina. Mi compañera Maripi y yo pensamos que no puede ser tan casual.
Llegó un cliente interesado en hacer una venta de acciones. Algo sencillo, que yo sé hacer, pero requiere un cierto cuidado para no meter la pata al fijar el precio al que el accionista desea vender. Es un trámite que se hace en una mesa, no deprisa y corriendo en mi mostrador. Así que he derivado esa venta a Claudio Bobo porque no había nadie más libre.
-Zarzamora, me has pasado un cliente...- me dice al poco tiempo acercándose a mi puesto.
-Sí, sí. Quería hacer una venta de acciones -le respondo rápido.
-Mira, yo he sido director y llevo más de un año fuera del Banco. Me estoy poniendo al día. Queda muy mal que me envíes a mí al cliente y que yo no le pueda atender. Damos una imagen fatal, no hacemos equipo.
-No sabía nada de tu situación. Me dijeron que vendría un comercial y las ventas de acciones las hacéis vosotros. Pero nada, dile que espere y cuando acabe Maripi que le atienda ella.
Seguí con mis tareas pensando que Claudio Bobo era... eso, fiel reflejo de su apellido.¿Imagen? ¿Equipo? ¿Pero qué me está contando este tipo?
-Realmente, esto es un tema operativo, no comercial -insiste el nuevo.
Ya le veía yo el plumero al ex-director que ya no lo es pero que, seguramente, sigue cobrando como tal y que, además, parece que va a necesitar todo el tiempo del mundo para re-adaptarse.
-Mira, lo que tengo claro es que yo, con todo el trajín de gente que tengo, no lo voy a hacer. Que espere a Maripi y, tranquilo, que no te pasaré a nadie más.
Sé que el trabajo es duro, que hay gente que lo pasa mal, que ... probablemente tenga una historia a sus espaldas, pero esas espaldas -laborales- que se las cubran otros. Yo, administrativa y ventanillera vocacional no voy a hacer el trabajo al nuevo compañero que, lo primero que me ha dejado claro, es que él era director.
¡Ay, amigo! Eras. Pretérito imperfecto. Más vale que te vayas acostumbrando a tu bajada de nivel. Tendrás que hacer muchas cosas que antes mandabas a tus subordinados. Aquí ya tenemos un Augusto.
Como dice mi suegra: "Ni mandes a quien mandó ni sirvas a quien sirvió" En ambos casos a uno le va mal. Por si acaso, me mantendré a cierta distancia de Bobo.
Cómo te entiendo. Hay mucho Don (me callo el resto) en este mundo. Creo que le pusiste en su sitio con mucha destreza, enhorabuena. Abrazos.
ResponderEliminarSupongo que la tipología de trabajadores se repite una y otra vez en todos los sectores. Un abrazo.
EliminarCuanto "·bobo" anda suelto por estos lares laborales. Yo conozco al menos a dos. ¡Triste suerte!
ResponderEliminarEspero que mejore. Quizá me he precipitado en el juicio, ya os contaré. Un abrazo
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