El exceso de puntos suspensivos se me ha contagiado de la lectura del libro de Albert Espinosa, "Brújulas que buscan sonrisas perdidas" Es el primero que leo del autor y, por lo que dicen muchos blogueros, la inflación de puntos suspensivos es su seña de identidad.
Estoy un poco harta de mi jefa directa, Lupe, que no hace más que quejarse de todo el trabajo que tiene. No siempre el que más se queja es el que tiene más tareas pendientes.
Poco antes de Navidad me dijo:
-Zarzamora, hay muchísimos documentos y contratos para archivar. ¿Podrías quedarte algunas horas una tarde para ayudarme? Lo de "ayudarme" lo dice para quedar bien y que parezca que somos un equipo. En el equipo ella dice dónde están los montones y soy yo la que hago cajas, taladro, ordeno por fechas y asuntos, meto en carpetas y me dejo las manos empolvadas y ásperas de tanto trasegar mugre.
El oír las palabras "una tarde" despertó mis alarmas, pero como cada vez voy espabilando más, y he aprendido a contestar al estilo de muchos sudamericanos, que dicen a todo que sí y luego hacen lo que les da la gana, le contesté dándole la razón.
-Es verdad, ¡hay tanto para archivar! Pero lo tengo complicado estos días. Ya sabes, con las reuniones familiares, las compras, las comidas... ando bastante líada. Si te parece lo dejamos para enero.
Llegó enero y no dije nada. Yo seguía con bastante trabajo, porque en ventanilla no se para, y las pilas de papeles para ser archivadas en su sitio. Inamovibles.
Lupe dedica habitualmente unos 50 minutos al desayuno, llama a diario a sus padres desde el Banco, y está pendiente de la campanita de su móvil, que suena muy a menudo. En las horas de trabajo, no pierde de vista su Whatsapp.
Eso sí, todos los días se queda por la tarde una o dos horas extras. En mi Banco "obligan" sibilinamente a cualquier jefecillo a prolongar el horario, y son pocos los valientes que no siguen esta consigna. Lupe dice a todo el que la quiera oír que no come y que hace un montón de horas seguidas para llegar antes a casa. Intenta inspirar compasión. Pero a mí ha dejado de darme pena.
Si mi jefa no come es porque se infla a cortezas de trigo, pensando que es sano, ligero y no engorda. Pero tenemos un estupendo microondas donde puede calentarse la comida y un restaurante cercano bastante económico.
Y si se queda todas las tardes es porque lo ha convertido en costumbre. Tiene a sus niños saturados de actividades extraescolares hasta las seis y, si llegara antes a casa, posiblemente no sabría qué hacer. ¡Ah, sí, tendría que hacerse la comida! Y prefiere sus galletas, caramelos y cortezas de trigo, que inundan todos sus cajones.
Tarde o temprano, el asunto "archivo" tenía que surgir nuevamente.
-Zarzamora ¿Qué vamos a hacer con los documentos para archivar?
Antes de que siguiera le contesté con un sí. Un sí a mi gusto, sin comprometerme a emplear horas extras, que ni me pagan ni me agradecen.
-Hoy, en cuanto acabe con la ventanilla, y hasta la hora de irme, me pongo a ello. Voy a ir eliminando montones.
De momento voy archivando según puedo. Procuro que ella me vea, le digo todo lo que ya está guardado...
Y es que los jefes españoles no aceptan un no por respuesta aunque sea argumentado. Lo toman como una afrenta y te enfilan en cuanto te opones a ellos.
Y por supuesto es imposible hacerles ver que el tiempo extra que se quedan por la tarde no compensa el que pierden por la mañana. Imagino que también lo pierden en esas horas de modorra tras la comida, pero como no estoy, no puedo dar fe de ello.
Así que lo mejor es poner cara servil, decir a todo que sí y luego hacerlo a tu manera. Y dentro de tu jornada, que las tardes son para disfrutarlas.
A mí me ha pasado últimamente algo parecido. Estamos desarrollando un proyecto, o, más bien, una mierda que, si algún día termina, no se parecerá en nada a lo que alguien creyó tener en su cabeza cuando comenzamos a trabajar con un objetivo que ya no se sabe ni cuál es, salvo por las fechas de entrega, que esas no cambian nunca.
ResponderEliminarEl caso es que, como con la inteligencia nadie sabe solucionar el problema, sólo les queda aplicar la fuerza bruta y pedir "esfuerzos" extra para conseguir terminar esa basura. Nos preguntaron a los que estamos en el ajo si estábamos dispuestos a hacer horas extra. Yo dije, sin más miramientos, que no. Mis compañeros dijeron que, si las contraprestaciones eran aceptables, lo harían (me parece bien si a ellos les cuadra eso).
El caso es que parece que unos y otros han convenido en unas condiciones válidas y ya están dándolo todo de lunes a domingo (sí, ya no se respeta ni el día del Señor). Pero a pesar de su esfuerzo extra, no llegan a la meta comprometida, así que me llamaron para ver si reconsideraba mi actitud. Les dije que yo les puedo ayudar todo lo que quieran durante mi jornada laboral en la que, sistemáticamente, regalo una horita porque llego muy temprano para aparcar bien y no tener atascos, pero parece que eso no les vale: o voy el sábado y me quedo más tarde de mi hora de salida, o no les mola, así que allí me tienen, "inutilizado".
Nunca entenderé la memez que habita en algunas cabezas (la de la mía tampoco). Que hagan lo que les dé la gana.
Me gusta la expresión "darlo todo" aplicada al mundo laboral. La había oído hasta el cansancio a todos los que participan en "La voz", "Top Chef", "Eurovisión" y demás programas. Si quieres ser famoso hay que "darlo todo". Parece que si quieres "trepar", también hay que sacarlo todo de uno mismo.
ResponderEliminarCuando trabajaba en banca era una costumbre lo de quedarse por la tarde, sobre todo en Servicios Centrales y luego llegó a las oficinas. ¿Realmente se trabajaba? Para nada. Era cuando se aprovechaba para llamar por teléfono a toda la familia, el horario de comida se demoraba que era un gusto y, sobre todo, se perdía el tiempo. Eso si, cuando se iban muchos a su casa, incluso lo hacían a regañadientes, posiblemente porque era el único sitio en el que no les apetecía estar. Ese era el problema y la solución.
ResponderEliminarUn beso.
Tienes toda la razón, lo que pasa es que en Servicios Centrales es más fácil calentar el asiento y, si le caes en gracia al jefe, que te premie con "bonus". Ellos son la aristocracia de la Banca, nosotros, los de oficinas, los parias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fíjate, hay un señor que ahora es el presidente de un banco que era famosísimo en el que yo trabajaba porque acostumbraba a pasearse, a partir de las 5 de la tarde cada hora por las distintas plantas. Tomaba nota de quienes seguían allí a las 6, a las 7 o a las 8. Imagínate a quienes iban a parar los bonus. Y, sin embargo, eran los mismos que llegaban a las 10 a trabajar y luego necesitaban 3 horas para comer. Haciendo cuentas, curraban menos que nadie.
ResponderEliminarQueda comprobado que el que más horas hace en su puesto de trabajo, no es precisamente el que más produce. Son los que "Trabajan duro" los que tienen al encargado, supervisor o jefe mirándoles... sino se relajan y "escaquean".
ResponderEliminarSi se trabajara por objetivos otro gallo cantaría para algunos trepas lamebotas y no harían falta sacrificar tantas horas de las que privamos a personas más importantes.
Abrazos mil
Siempre que sean objetivos racionales. Que ese es otro tema del que se puede hablar mucho. Gracias por el comentario
EliminarTambien esta esa "costumbre" insana que tienen casi todos los que se creen ingenuamente que son "empresa" en implicar a los demás, me refiero a eso que dices de tu interventora, como ella se tiene que quedar si o si por las tardes, intenta que los demás también lo hagan, y además gratis, como si éstos les dieran los bonus de fin de año, que por cierto, menudo timo; te tienen todo el año pringando como un burro y si dos días antes de la fecha en la que pasan el informe, has hecho o dicho algo que les parece inconveniente o molesto, te quedas sin él, y si no has cometido ningún desliz y tienes la suerte y te lo dan, no cometas el error de hacer cuentas, porque pobre de ti, si las haces descubrirás, que las horas que has estado trabajando fuera de tu horario, te las pagan a "pedo de burra"...
ResponderEliminarBesos,
Tambien esta esa "costumbre" insana que tienen casi todos los que se creen ingenuamente que son "empresa" en implicar a los demás, me refiero a eso que dices de tu interventora, como ella se tiene que quedar si o si por las tardes, intenta que los demás también lo hagan, y además gratis, como si éstos les dieran los bonus de fin de año, que por cierto, menudo timo; te tienen todo el año pringando como un burro y si dos días antes de la fecha en la que pasan el informe, has hecho o dicho algo que les parece inconveniente o molesto, te quedas sin él, y si no has cometido ningún desliz y tienes la suerte y te lo dan, no cometas el error de hacer cuentas, porque pobre de ti, si las haces descubrirás, que las horas que has estado trabajando fuera de tu horario, te las pagan a "pedo de burra"...
ResponderEliminarBesos,
Ja, ja, ja... Es cierto. A cualquier jefe le encanta que los subordinados estén al pie del tajo el mismo tiempo que ellos... a precio de ganga. Completamente de acuerdo con lo que dices.
Eliminar