Comento esta novela de Frederic Lenoir porque está ambientada en Francia, en un lugar muy especial como es el Mont Saint Michel y, es una mezcla de novela histórica, de misterio, y criminal. Se mezclan muertes de hace siglos con fallecimientos actuales. Todo apunta a sucesos paranormales y maldiciones de épocas pasadas, pero quizá exista una explicación racional. Por eso creo que se puede incluir en esta Gynkhana criminal organizada por el blog de Kayena.
Johanna es una arqueóloga
joven, que sale con un hombre casado, importante funcionario del Ministerio
de cultura. Esta relación es intermitente, sin ataduras y, por supuesto, la
esposa engañada la desconoce. Durante
un fin de semana con su amante en Mont Saint Michel, Johanna
recuerda un sueño infantil que
tuvo cuando, hace muchos años, visitó la abadía. Veía a un monje sin cabeza que
le decía una frase en latín, cuya traducción averiguó años después: “Para
acceder al cielo hay que excavar la tierra”.
Ese sueño parece que marcó su
decisión de ser arqueóloga, y otros posteriores la incitan a hacerse cargo de
unas excavaciones en el Monte. Allí
mueren algunos compañeros de la excavación en extrañas circunstancias:
uno ahorcado, otro ahogado en la bañera. Parece que se repiten unas muertes
rituales que tuvieron lugar hace mucho tiempo y que, a su vez, recrean las
torturas sufridas por la joven Moira en la época medieval: el aire (una jaula bamboleándose con el
viento), el agua (atada a un palo mientras la marea la va cubriendo), la tierra
(lanzada a un foso terroso sin agua ni comida) y el fuego (al que llegaría ya
cadáver).
Moira era una muchacha de origen celta que conoce a Román,
un benedictino encargado de construir la abadía siguiendo las instrucciones del
fallecido Pedro de Nevers. Román se va enamorando de Moira, sin ser muy
consciente. Él cree que sólo quiere evangelizarla. Acusan a Moira de hereje y,
como no quiere abjurar de sus creencias, pese a las súplicas de Román, muere.
Al principio, las dos historias, la de Johanna y la de
Moira, se van alternando. Incluso se puede encontrar un cierto paralelismo
cuando aparece Víctor en la novela: un montesino dedicado a las antigüedades, de quien Johanna
se enamora, en un principio muy castamente (como Moira y Román) y que le hace
pensar en abandonar a su amante casado.
Por determinados indicios y por un manuscrito,
Johanna sabe que el monje sin cabeza de sus sueños infantiles es fray Román. Tiene que averiguar cómo
murió y encontrar, gracias a la arqueología, su cuerpo y su cabeza y unirlos. Solo así Román, perdido
durante siglos entre dos mundos, podrá reencontrarse con Moira. Sí, ya sé que suena absurdo, pero hay una cierta mezcla entre lo paranormal y la búsqueda arqueológica en la que se empecina Johanna.
Chirría un poco que la protagonista, que se declara atea, se
sienta tan afectada por una visión infantil y que crea en espíritus que se le
aparecen a través de sueños muy puntuales. Salvo este pequeño defecto, la trama
está muy bien lograda, no se dejan cabos sueltos en la resolución del misterio. Hay muchos toques históricos relacionados con el Mont Saint Michel, y el final me parece perfecto. Una intriga del pasado que se resuelve en el momento presente.
Quizá éste no sea una novela criminal al uso, pero es originalísima la historia y seguro que no os va a defraudar si la leéis. Y, desde luego, entran muchas ganas de visitar un lugar tan espectacular como Mont Saint Michel.
Fue su entorno marítimo lo que determinó que los monjes en la Edad Media decidieran instalarse en este lugar y construir lo que se iba a convertir en uno de los más extraordinarios edificios de la arquitectura religiosa. Aubert, obispo de Avranches, fundó un santuario sobre el Mont-Tombe en 708, después de tres apariciones sucesivas del arcángel San Miguel. Antiguamente, con las mareas vivas, el monte quedaba convertido en una isla. Actualmente hay una carretera que lo comunica con tierra.
Muy interesante tu presentación de este libro. Lo desconocía y puede que lo busque para próxima lectura.
ResponderEliminarun abrazo
Yo creo que te gustará. No es una novela criminal "al uso". Un abrazo.
EliminarMe encantó esta novela. Tiene intriga, misterio e historia. Está bien ambientada y muy bien escrita. Muy buena elección Zarzamora. ¿A que, al terminar, dan ganas de salir corriendo a visitar el monasterio? Abrazos.
ResponderEliminarHola Zarzamora, gracias por tu comentario en el blog. Ya lo he respondido allí con más detalle, igual quería pasar por aquí para agradecer. Me gusta el tono de tu blog, es muy ameno y con sentido del humor. Cuando vi la foto de "la compañera pija" casi me muero porque se parecía la chica a Bea, una amiga que conozco que trabaja en una sucursal de banco y también estudió ADE. Aunque Bea no se las da de pija y es muy maja. Eso sí, la pobre lloraba mucho por la presión brutal que le ponen en esa sucursal de un famoso banco de una familia que tienen un gran botín ;) Sólo decirte que vi esta novela en la biblioteca y siempre me la quise sacar pero lo posponía por las mil lecturas y trabajos que debo hacer para el grado y el master que estudio. Espero el verano para ponerme al día en todo eso. Saludos y hasta pronto!
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