Siempre he dudado del significado de la palabra escatológico. Por un lado me sugería asuntos de ultratumba, pero oída o leída en otros contextos, intuía que hacía referencia al divertido tema del "caca, culo, pedo, pis" que tantas carcajadas arranca en niños y... mayores, que no me voy a poner ahora finolis.
El caso es que según la RAE, escatológico tiene las dos acepciones:
-Conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida de ultratumba
-Tratado de cosas excrementicias.
Como las conversaciones en la sucursal dan para mucho, también se tocan estos temas, pero en la segunda acepción, que aquí somos muy vulgares.
Habitualmente viene un muchacho a hacer ingresos en la cuenta de un gimnasio cercano. Un día, indignado, mi amigo Jim Nasta, me comentó que una señora que no andaba muy bien de la cabeza, se había cagado en los vestuarios. Las chicas de la limpieza se enfadaron al encontrarse semejante "pastel" y, más aún, al tenerlo que limpiar. Incluso se pusieron unas mascarillas para hacer frente al hedor.
Por cierto, yo no tengo perro, pero sus cacas deben de ser de una textura muy diferente a la de las humanas, porque sus dueños -los que son limpios y cívicos- las recogen sin aspavientos, incluso con cariño, cuando todavía están calentitas.
Perdonad esta digresión tremendamente escatológica. Tras la historia de la "cagona", el otro día pregunté a Jim si la deportista aficionada había tenido un nuevo percance. La vergüenza parece no afectarla y sigue yendo como si tal cosa al lugar del "delito" para ponerse sus mallas y luego hacer sus ejercicios aeróbicos. No ha vuelto a tener más escapes, pero mi "confidente" ese día tenía ganas de charla y, por suerte para mí, no había ningún otro cliente esperando y no tuve necesidad de cortarle.
-No, esa pobre mujer no se ha vuelto a cagar, pero hay otros a los que parece que les estimulan nuestros servicios.
-¿Qué me dices? ¿Que se hacen sus cosas fuera del retrete? Yo sabía que los chicos suelen tener mala puntería con el pis, pero lo otro... Vaya epidemia que tenéis en el gimnasio.
-No, no, no es eso. Se ve que a muchos les da apuro hacer las necesidades "grandes" en el trabajo. Ya sabes, en el gimnasio hay mucho "yuppie" encorbatado, elegante, con tecnología de última generación en sus móviles y sus "tablets", oliendo a colonia súper cara. Y que algún compañero de trabajo huela la peste que has dejado en los servicios queda mal, muy mal. Esa peste no hay colonia que la disimule. Yo creo que les da apuro hacerlo en la oficina y cuando vienen al gimnasio están ya cargaditos y como aquí son más anónimos... sueltan el regalo.
-Ja, ja, ja, pero es normal que huela mal. A todos nos pasa -le dije. Encontraba divertidísima y bastante plausible su teoría.
-Que no, que no -insistía Jim tozudamente- es un olor horrible y además expulsan cantidad. ¡Como que hoy ha tenido que ir el pocero a desatascar!
-Vale, vale -le respondí sujetándome el costado porque me había entrado un ataque de risa incontrolada- pero quizá es que las tuberías del gimnasio las han hecho mal y no tienen ni la anchura ni la pendiente suficiente para evacuar bien. No todo va a ser culpa de los cagones.
Y es que mi amigo tan solo se refería a hombres. No sé si porque tienen pocas clientes femeninas o porque las mujeres, más propensas a estreñimientos crónicos, hacen menos uso de los retretes.
No pude convencer a Jim. Seguía indignado con los deportistas de corbata que atascaban con sus potentes heces las tuberías.
Al hilo de este desahogo de mi cliente, pensé en mi propio lugar de trabajo. ¿Nosotros somos atascadores malolientes o no? ¿Llegamos al trabajo con los "deberes" hechos o descargamos deprisa y corriendo entre un cliente y otro? No sabría deciros -salvo mi caso, por supuesto, que no voy a desvelar- porque afortunadamente tenemos unos aseos con abundantes ventanas que dan a un patio interior, y están muchísimo mejor ventilados que los de mi casa. Así que pocas veces noto nada. Y el pocero no ha ido jamás.
De mi compañero Ángel sí que conocemos pormenorizadamente sus hábitos intestinales. A media mañana cogía el periódico y marchaba al aseo. Con total tranquilidad. Decía que era de intestino perezoso y necesitaba tomarse su tiempo: una media hora. Él decía que aprovechaba esos momentos: mientras el director leía los periódicos por la mañana temprano, él utilizaba ese momento de "tránsito" para empaparse de todos los artículos económicos del "Cinco días".
A veces los clientes desesperaban con tanta espera. No les servía la excusa de que estaba en los archivos. En ocasiones yo fui a avisarle.
-Ángel, te espera D. Rodolfo ¿Vas a tardar mucho?
-Hazme un favor, solamente tengo que firmar en el contrato que me trae. Pidéselo y pásamelo por debajo de la puerta.
He pasado un contrato y un bolígrafo a mi compañero más de una vez mientras estaba sentado en el "trono", y he esperado a que me lo devolviera firmado por la rendija que quedaba bajo la puerta. En esos casos sí que he notado olor, claro. Pero Ángel, ajeno a cualquier tipo de vergüenza, seguía con su rutina diaria.
Hasta que han llegado estos últimos tiempos, con más presiones, menos personal, más amenazas. Ángel ya no coge el periódico a media mañana para ese momento de relax que tan bien le sentaba. ¡Qué pena! ¡Trabajamos en un Banco que ni siquiera permite defecar a gusto a sus empleados!
Cualquier día Ángel Bendito se va a apuntar al gimnasio. Aunque la ventilación y las cañerías sean más deficientes que las nuestras, será la única forma de volver a disfrutar de la lectura con los pantalones bajados.
Jajajajajaja, genial, jajajajjaja... Lo de tu compi Angel Bendito y su firma de contratos me ha dejado muerta, jajajajja. Abrazos.
ResponderEliminarA veces altero un poco la realidad, pero con este compañero me he quedado corta. Era así y más. Me alegro que te haya divertido.
EliminarEcha un poco de ambientador por el blog que después de tanta escatología no hay quien pare.
ResponderEliminarLa verdad es que ya el mismo término ya suena a algo así como: "Aquí huele a muerto"
Estupenda y divertida entrada...Tu sucursal da para mucho por lo que veo.
Un beso
¡Claro! Ultratumba... muertos... En fin, mal olor. Gracias por tu observación. Un abrazo.
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