A finales de noviembre me hicieron un regalo inesperado. Las cosas suceden así, te llegan cuando no las buscas. Cuando ya había desistido de que me "prejubilaran" me dieron la opción.
El mismo responsable que me había dicho, como contaba en la anterior entrada, que yo era una anomalía, me ofrecía un viernes la posibilidad de irme. Tenía que dar la respuesta el lunes siguiente como muy tarde.
-¿Cómo es que ahora me lo propones? Me dijiste la última vez que el Banco estaba proponiendo estas salidas a empleados con bajas médicas reiteradas, o con familiares mayores a su cargo que requirieran muchos cuidados.
Afortunadamente, yo no estoy en ese caso. Me dio una respuesta de compromiso: que sabía que yo estaba interesada, que me había propuesto... Yo creo que también los encargados de recursos humanos tienen sus objetivos. Imagino que el Banco les indica la cantidad de empleados de su zona que tienen que irse y cada responsable acelera las salidas antes de fin de año para cumplirlos. A mí me tendría como sustituta de alguien que le falló y...¡me tocó!
Por supuesto, dije que sí. Ciertamente pierdo dinero, pero es que voy a cobrar de mi empresa sin trabajar, así que no me parece mal negocio.
Ahora estaba muy bien. La directora es la mejor que nunca he tenido: optimista, trabajadora, defensora de sus empleados... Y los compañeros, Claudio Bobo -que ha mejorado un montón-, y Blanca Estrella, formamos una piña con ella. Los clientes me quieren como si fuera de su familia y yo estoy en una etapa en que por mucho que me hablen de objetivos y digitalización por doquier, me tomo las cosas con tranquilidad. Intento que no me afecten los agobios y premuras absurdas de los directores de zona. Es la pobre directora la que digiere toda esta presión y es tan buena que se la guarda para ella sola. No sé cómo aguanta.
Pues sí, estaba -estoy, porque aún sigo trabajando- muy bien, pero es absurdo decidir permanecer en un trabajo por una situación que puede cambiar en cualquier momento. Ahora es lo más habitual en las empresas trasladar al personal de un día para otro. Pueden traer a otro director, podrían moverme a mí... Podría trastocarse mi agradable situación actual en un abrir y cerrar de ojos.
Siempre había considerado un poco despreciativamente a todos esos compañeros que se iban del Banco y se encontraban cabizbajos y un poco tristones. ¿Triste por tener de repente toda la libertad del mundo?
Ahora yo estoy en esa situación. Tuve vacaciones en el puente, justo después de saber que me iba. Me puse ya en modo jubilada y me costó un poco madrugar el día de mi vuelta (trabajo hasta fin de año) Volví y me adapté otra vez, como después de cualquier semana de vacaciones. La diferencia es que ha comenzado un rosario de despedidas diarias de toda la clientela y me da pena. Todo son "últimas veces" y la sensación de marcha a veces me pone un nudo en la garganta.
He estado treinta años, que se dice pronto, en la misma oficina. Esa zona es mi segundo barrio y los clientes son más que vecinos. Sé que cuando me transmiten su tristeza por mi marcha lo hacen de verdad. También soy realista y sé que esa tristeza les durará una semana, en cuanto se adapten al nuevo empleado que me sustituirá. Creo que los nuevos sustitutos son jóvenes recién licenciados. Solamente por ser jóvenes tendrán más ganas, más simpatía y estarán menos maleados que una veterana como yo. Todo esto compensará su inicial falta de experiencia.
La próxima semana tenemos nuestra comidita navideña de la oficina en que nos juntaremos cinco personas. Será también la "celebración" de mi marcha. Lejos han quedado ya esas comidas de jubilación, que yo conocí al entrar en el Banco, en que se juntaban decenas de compañeros de distintas épocas para el festejo. Me pongo a pensar en todos los compañeros que han pasado por esta oficina, con los que he compartido meses o años y algunos ya se me van de la memoria. Otros han muerto. A los importantes los seguiré viendo fuera de la oficina; a los actuales espero verlos de vez en cuando, pero sin convertirme en esa jubilada pesada que yo tanto he criticado.
Tengo que pensar que haré con mi blog. Me da pereza cambiarle el nombre. Ahora estaré al otro lado de la ventanilla y quizá pueda seguir compartiendo experiencias de otro tipo.
Feliz Navidad a todos los que me habéis acompañado en estos años en que he compartido mis experiencias bancarias.
Qué sorpresa Zarzamora.. Ya ves todo llega. No dudes en continuar con el blog, sencillamente cambias el "escenario". Voy a echar de menos a tus personajes con esos nombres tan característicos que les ponías y que definían su personalidad y forma de trabajar. Otros muy diversos y seguro que ajenos al mundo de la Banca llenarán este espacio. Cuando yo me prejubilé y a una edad un poco ofensiva para estas cosas, la verdad es que me daba apuro decirlo y según quien me preguntara, me hacía el mártir o sencillamente les hacía saber que estaba allí y me lo ofrecieron, pero no era la Banca. En fin, solo desearte lo mejor porque estoy seguro que no te aburrirás y seguirás contándonos cosas de sitios y gentes.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, que me anima a seguir por estos mundos virtuales. Ahora seré yo la que esté ante otras ventanillas, me temo que poco reales, porque mucho se queja la gente de que el Banco es cada vez menos personal, pero el acceso a los trámites de la Seguridad Social me parece infernal. Ya lo iré viendo y os lo iré contando. Un abrazo,
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