jueves, 4 de noviembre de 2021

Sin rumbo claro


Mi Banco va dando tumbos, al menos en lo referente a sucursales, que es lo que yo conozco. 

Durante el mes de octubre me enviaron a distintas oficinas a que cubriera el horario de ventanilla porque les faltaba personal. Mi oficina se quedaba entonces "coja" y mi puesto lo cubría mi jefa directa. 

A mitad de mañana volvía a mi sucursal a seguir trabajando. A mí no me iba mal este sistema. Siempre que ayudas en otras oficinas son de lo más amable y agradecido y tampoco te implicas tanto como en la propia. Acababa mis tareas, les dejaba la caja perfectamente cuadrada y, después de tomar un cafetito por la zona, iba dando un paseo hasta mi propia oficina disfrutando del precioso mes de octubre que hemos tenido.

Ahora le toca a mi sucursal estar al cincuenta por ciento de personal. Estamos tan solo la directora y yo debido a bajas médicas de los dos compañeros restantes. Por desgracia nosotras no debemos ser de suficiente categoría y no nos envían ningún ayudante, ni siquiera por unas horas.

¡Da una penita entrar en un local tan grande y con tanta mesa vacía! Sobre todo se entristecen los clientes que han conocido otros tiempos, con más público, más empleados y, en definitiva, más vidilla.

Ya es imposible volver a lo de antes. Como comentaba en una entrada anterior, el Covid aceleró todo y la banca está feliz de haber acostumbrado a todos a gestionarse desde sus casas.

¿Y qué sucede cuando la gente necesita ir presencialmente a las oficinas?  Dejando aparte los trámites habituales y sencillos de ingresos, pagos, cheques, recibos y transferencias, lo demás son marrones y más marrones. Ahora la clientela llega a la oficina porque han agotado el resto de opciones: la línea de atención telefónica les ha remitido a nosotros, han intentado llamarnos y no les hemos cogido el teléfono, han ido a una oficina distinta y no les han atendido... 

Afortunadamente en nuestra sucursal no hay que pedir cita ni coger número como en la carnicería y el acceso y la atención son sencillos. Cuando he estado destinada en sucursales de "numerito" yo, que no estaba acostumbrada, les decía:

-Pasen, pasen, si solo son dos en espera, les atiendo sin número.

Era más rápido funcionar sin número, pero los compañeros me decían que aunque no hubiera cola tenían que coger número. Si no lo hacían, la sucursal era "penalizada"

Así estamos, con penalizaciones por todo: por dar dinero en ventanilla y no derivar al cajero, por hacer transferencias y no instruir para que se las haga el propio cliente, por atender pagos fuera del horario establecido, por no colocar suficientes seguros, por dejar que reembolsen fondos de inversión, por no ser calificados con un diez cuando hacen encuestas a los clientes, por tener demasiadas cancelaciones de cuentas, por no abrir suficientes cuentas... Penalizaciones, todas. Felicitaciones, nunca.




Hoy, un "no cliente" al que le he solucionado una papeleta con un recibo me ha agradecido mucho la gestión.

-Quiero abrir cuenta con vosotros. De verdad, no he encontrado en Banca a nadie tan eficaz como tú.

Mi ego ha subido bastante, pero intuía que no iba a ser fácil tenerle como cliente.

-¿Vas a domiciliar tu nómina, traer recibos, usar tarjeta?

- No, la nómina no, pero quiero tener otra cuenta.

Y le he aconsejado que no se la abra. Así al menos seguirá teniendo buena opinión de nosotros. Abrir cuenta para pagar comisiones no tiene mucho sentido. O tienes el "pac" básico, o pagas.

Ahora mismo abrir cuenta en cualquier banco es una auténtica pesadilla. Si la informática funciona como debe -que suele fallar mucho- el cliente debe dedicar casi una hora a informar al banco de sus datos personales, laborales y económicos. Aparte de digitalizar su Nif, necesitamos su empadronamiento, su contrato o nómina y, en ocasiones, su declaración de la renta. El cliente firmará (digitalmente por supuesto) una cantidad ingente de papeles que jamás nos hemos leído los empleados porque son farragosos en extremo y con letra pequeña. 

En esta época  engañosa en que a los clientes hay que informarles de todo y tienen que dar autorización para todo, están más indefensos que nunca. No hay nada como abrumar a las personas con papeles e información. No se la leen y firman en barbecho. Si alguien decidiera leer todo antes de firmar y exigiera explicaciones para entenderlo tardaría en abrir una cuenta más de tres horas.

Esto es un acto de fe, como pensar que las "vacunas" del Covid te inmunizan o que la mascarilla no deja pasar el virus.

Y así estamos: sucursales bajo mínimos, cambios constantes de empleados (yo soy una excepción) y maltrato constante al cliente pidiéndole una y otra vez datos y justificantes. Estas exigencias de datos nos vienen de la normativa europea. Cada vez se fiscalizan más los movimientos bancarios de la clientela. A veces se retienen pagos de forma absurda porque hay filtros que se aplican mal. Pero los filtros y los "protocolos" valen más que la opinión de los que estamos en contacto directo con los clientes.

Mucha publicidad, mucho "buen rollismo" institucional, pero el Banco va dando tumbos.

Eso sí, a estas alturas del virus se preocupan de nosotros más que nunca. Hemos estado trabajando cuando no había mascarillas (aunque como podéis intuir no me gustan lo más mínimo), cuando las calles estaban desiertas, cuando nos mandaban cada semana a una sucursal distinta porque unas abrían y otras cerraban y ahora, un año y medio después del inicio de esta pesadilla mi Banco me dice que me tengo que hacer una PCR semanal porque no me ha dado la gana comunicar mi estado vacunacional, que considero que es totalmente privado.

¿Qué me estás contando? ¿Que miras por la seguridad de tus empleados? ¿A estas alturas me dices que me tengo que poner mascarilla pico-pato que es la que más protege y la que da más calor? ¿A estas alturas de la fiesta pandémica me dices que tengo que justificar que estoy sana semanalmente y pretendes meterme un palito por la nariz con caducidad de siete días? ¿En estos momentos te preocupas de gente como yo que ha estado cerca de la clientela, sin guardar el metro y medio famoso de distancia, enseñándoles a manejarse en el cajero o a instalarse las aplicaciones del Banco en su móvil? ¿Te preocupas de que pueda contagiar? ¿A quien? ¿A mi única compañera que está en su despacho, en una oficina que puede albergar holgadamente a diez empleados? ¿Qué va a hacer mi Banco si  no me hago esos tests semanales? ¿Prohibirme la entrada a una oficina de la que tengo llaves? ¿Despedirme? ¿A mí, que he pedido entrar en dos ERES y me lo han denegado?

De verdad, no sé si mi Banco está confabulado con las farmaceúticas o qué. Esta presión sibilina para conocer datos médicos privados a estas alturas (o  me dices si estás vacunado o Pcr semanal) no me parece de recibo. Esto ya no va de luchar contra una pandemia en retirada, esto va de controlar a sus empleados al máximo, igual que ya se controla a los clientes.

De momento llevo tres convocatorias para Pcr a las que no he ido. Seguiré resistiendo. 


1 comentario:

  1. Anda que que no te has explayado en tu disertación. Eso sí, muy bien. Lo que más me ha gustado es eso de vacunacional (hasta el corrector ha intentado corregirme) si es que eres un puntal, un baluarte del Banco. Sí ... Soy yo.

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