martes, 28 de noviembre de 2017

¿Conciliación?

Hoy ha faltado la subdirectora, Lupe, porque tenía al niño malo. Estos días de ausencia se le descuentan de sus vacaciones. No tiene abuelos, ni maternos, ni paternos, en la ciudad y no va a mandar al peque al colegio -aunque a veces, desesperada, lo ha hecho- con una fiebre de más de 38º.
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Mi Banco apuesta por la conciliación laboral, pero me temo que solo a efectos de discursos bonitos y lemas en la página de los empleados. No tiene directivos que se pongan en el lugar de la madre, o padre, con hijitos repentinamente enfermos.

Cada vez que falta Lupe por estos motivos familiares de fuerza mayor, el director pone cara de pocos amigos y masculla molesto a primera hora:

-Ha llamado Lupe, no viene porque tiene al niño malo.

Yo le noto el cabreo interno, le leo sus pensamientos malos: cree que Lupe es una jeta, que falta demasiado, que debería organizarse de otro modo con los niños. Él, hombre, procedente de antiguas hornadas de bancarios, ha dedicado, y dedica, todas sus jornadas al Banco. No come en casa, sale tarde de la oficina (ojo, esto no quiere decir que sea eficiente, actualmente es un trabajador completamente ineficaz) llega a su casa y su esposa (también trabajadora) le tiene preparada la cena. Probablemente nunca ha bañado a los niños, ni les ha ayudado con los deberes. Pero siempre ha ganado un buen sueldo para llevarles a un  colegio concertado de cierto prestigio y a actividades extraescolares.

Si los niños de Augusto enfermaban tenían abuelos dispuestos a atenderles. Yo también he tenido a mis padres para esos casos de apuro y no he tenido necesidad de faltar al trabajo, pero hay quien por desgracia está lejos de su ciudad de origen, sin familia al lado de la que tirar para estos casos. Y hay que ponerse en su situación. Pues él no lo hace. Está de morros cuando falta Lupe. Y, asustado de su propia incompetencia, en esos días en que el trabajo ha de salir con una empleada menos, lo que hace es "amurallarse" en el despacho. No colabora más, al contrario, se hace pequeñito, se resguarda en su guarida y retiene a los clientes amigos mucho más tiempo del habitual para aparentar que hace algo importante.

La relación del director con la subdirectora es un tira y afloja de amor-odio; de necesidad-rechazo. La critica, considera que no es buena trabajadora porque no es lo servil que él desearía y se enfada cuando falta porque la realidad es que depende demasiado del trabajo que ella realiza.

Con mandos intermedios como estos mi Banco no puede erigirse en adalid de la conciliación. Quizá la entidad tenga buenas intenciones, pero estos mequetrefes hacen que cuando un hijo pequeño enferma, los padres sufren por partida doble: por la enfermedad del niño y por no saber cómo decir al superior de turno "no puedo ir, mi niño está enfermo"

7 comentarios:

  1. Siempre se ha dicho que los bancos no tienen alma ni corazón ni nada de nada. Sin embargo uno, ha llegado a sembrarme la duda cuando al mostrarnos sus obras culturales y demás cosas (por las que desgraban) al final decía "El alma del banco". Vaya, o sea que sí la tienen. Pero no. Al menos el tuyo no parece que no. Qué desilusión. Réprobo

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  2. El alma lo tenemos individualmente. Es difícil que cualquier entidad tan grande lo tenga. Por mucha publicidad que haga. Un abrazo

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  3. Qué verdad como un templo. Cuanto nos queda todavía por conseguir para que esa conciliación llegue de una vez por todas. Abrazos.

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  4. Las empresas se crean para ganar dinero y eso las impide ver el factor humano que las conforma.
    Lo de la conciliación es una milonga que nos quieren vender pero para nada cierta.
    Y si te sirve de consuelo, en todas las empresas ocurre lo mismo.
    Un abrazo.

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  5. La verdad, Zarzamora, con estas cosas tan interesantes que cuentas, dan ganas de hacerse cliente de tu sucursal, aunque sólo sea para ser alguna vez testigo de tan interesantes acontecimientos. Deberían pagarte un plus por publicitar lo "dinámico" que es tu banco

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    1. La verdad que muchas de nuestras "peleas" tienen lugar fuera de la vista del público porque hay una imagen que hay que mantener. Pero los clientes también dan mucho juego. Un abrazo y gracias por pasarte por aquí.

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