Las estaciones de tren me calman, pero los aeropuertos -uno de los viajes fue en avión- me alteran. Una de mis cuñadas dice que disfruta curioseando en las tiendas de los aeropuertos, probando perfumes y cremas, viendo trapitos o recuerdos variados. Yo las ignoro. Con lo acopladito que suelo tener mi equipaje en maleta pequeña, lo último que querría es alterarlo con más cachivaches.
A pesar de mis pequeñas manías, volví descansada de cada una de mis "escapadas" como ahora llaman en las agencias de viajes a estas salidas de pocos días. Tienen su parte de razón, intentamos "escapar", fundamentalmente, de la rutina y agobios laborales. Parece una tontería, pero cuantos más kilómetros pongo por medio, menos me acuerdo de Roque, Lupe, Claudio y Tolosa, este equipo peculiar con el que trabajo yo, Zarzamora.
Pues bien, a este equipo le han dado la vuelta como a un calcetín. Al poco de mi último regreso comenzaron los movimientos: a Lupe, mi jefa directa, la mandaron a una nueva oficina. No era un ascenso. La nueva sucursal no era de mayor categoría, ni le daban ningún tipo de plus. Sencillamente, era un movimiento "transversal", palabra que se ha puesto muy de moda entre los mandamases que revuelven y mezclan a los empleados como si fueran fichas de dominó sobre el tapete de juego de cualquier bar de jubilados.
Lupe siempre se quejaba de que se habían olvidado de ella, que estaba "enterrada" en esta sucursal "de mierda". Así decía. Pues bien, ya le han cambiado de enterramiento, como a Franco. Si el cambio la ha apenado lo ha disimulado muy bien. Parece que en su nuevo destino todos son estupendos.
-El cajero descuadra casi a diario -me decía un día entre risas- ¡Pero es muy simpático!
¡En fin! Yo prefiero a alguien menos jovial, que se concentre y no haga perder el tiempo a los compañeros buscando descuadres debidos a sus despistes cotidianos.
Lupe está -aparentemente- bien instalada en su nueva oficina. Ha asumido que, a pesar de ser relativamente joven, no hay perspectivas de progresión profesional en este banco de nuestras desdichas. No hay cambios "ascendentes", como cuando yo entré en otros tiempos y en otro Banco ya inexistente. Los cambios son, algunos "transversales" y muchos otros, descendentes, abocados al precipicio más profundo. Los directores con ciertos años a sus espaldas no son queridos por Recursos Humanos. Pero a la gran mayoría no les han aceptado su solicitud de acogerse al ERE. Les degradan -de oficina o de funciones- en favor de muchachos jóvenes, más dóciles, con salarios más bajos y dispuestos a dejarse la piel pensando que un brillante y prometedor futuro profesional será la recompensa al duro esfuerzo del presente. Lógicamente, esto ya no cuela entre los que peinan canas.
Así que ahora tengo nuevo jefe. Proviene de otro Banco "fusionado" con el mío y tiene carencias en el dominio de nuestras penosas aplicaciones informáticas. Le prefiero a Lupe. Me transmite paz y seguridad. No como Lupe, que era un poco extrema y voluble. Un día era simpática y dicharachera. Otro día gritaba, reprendía y despachaba trabajo a los demás a velocidades de croupier repartiendo cartas. He pasado cerca de diez años con ella y no la echo de menos. ¿Seré insensible?
Estoy ya inmersa de lleno en la Navidad. No me gustan muchas cosas que hace mi Banco, pero con estos cambios -en mi próxima entrada os contaré la otra novedad en mi oficina- yo estoy bastante mejor.
Es Navidad y para mí, laboralmente, es tiempo de esperanza. Creo que voy a trabajar con mucho más sosiego.
¡Feliz Navidad a todos los lectores que tenéis a bien escuchar mis cuitas! ¡Un abrazo!
Feliz Navidad, querida Zarzamora. No hay nada mejor que sentir esperanza en el trabajo, así que ¡Enhorabuena!. Espero seguir leyéndonos en el 2020 que asoma por la esquina. Abrazos.
ResponderEliminarSeguiremos, seguiremos leyéndonos. Un abrazo y feliz Navidad.
EliminarPara insensible la tal Lupe que es la que se va.
ResponderEliminarNo te preocupes Zarzamora, ya te llegará el momento y yo creo que no a mucho tardar. Tal y como va la Banca, las personas con nómina o pensión ya ni contaremos para ellos. Me pregunto en qué acabara todo esto esto. Llegará un momento en que ya no habrá ni oficinas. El que te atienda, si tienes suerte, será una voz siniestra y misteriosa que no te resolverá nada. Horreur!
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