Estoy releyendo esa entrada de hace meses que titulé LA INTERNA (podéis pinchar para leerla) y me doy cuenta de que he sido una inocente. Como teníamos necesidad de una cuidadora hemos tragado con demasiadas cosas. Ha tenido mucha, muchísima cara la cuidadora de mi tía. Y se ha largado sin apenas avisar.
Mi madre y mi tía están alegres por su marcha pero un poco disgustadas por las formas, porque ellas se han portado estupendamente con ella. Bien poco hacía en la casa, salvo pasar el aspirador, limpiar los baños y pasear con mi tía. Nunca dejó claro qué iba a hacer después. ¿Le había surgido un trabajo mejor? ¿Se iba a su país? ¿Había encontrado un español con el que casarse? A las hermanas les ha dolido su poca claridad, sus embrollos, sus explicaciones llenas de oscuridades
Olvidemos todos los permisos que pedía para ir al médico, a análisis, a pruebas varias: gastroscopia, colonoscopia, endoscopia, prueba del aliento, analíticas, consultas en el ambulatorio, trámites para cambios de médico.
Olvidemos las numerosas visitas a su abogada para papeleo. Nunca supimos bien qué trámites requerían tantas visitas.
Olvidemos el tiempo que se "despistaba" yendo a la farmacia de al lado a por sus productos de belleza y sus medicinas, o al comercio del chino a comprar aguacates y kiwi gold. Empleaba dos horas en hacer recados de diez minutos.
Olvidemos el permiso que pidió para ir a la boda de una amiga que finalmente no se pudo celebrar ese día en el registro. Luego le dimos un nuevo permiso para la boda definitiva. Afortunadamente ese día sí pudo casarse su amiga. Con un chaval 10 años más joven, sin papeles y con una bebé en su país de origen. Llamadme mal pensada pero parece raro, raro.
Olvidemos que se tomaba fines de semana mucho más largos que los que por convenio corresponden a las internas. Pero le dábamos permiso.
Olvidemos esa baja de 10 días en que precisó "reposo" porque le dolía la pierna y la tenía "inflamada" (yo se la veía perfecta). No podía saltar ni correr, le dijo a mi madre. Como si el cuidado de una anciana implicara acrobacias. En esos días le prohibimos hacer nada ( no queríamos que luego nos demandara o nos exigiera nada) y eran las ancianas las que la cuidaban. Yo creo que la doctora le dio la baja como dan tantas, "a demanda", pero no había causa real para no trabajar.
Olvidemos que se negó a bajar y acompañar a mi tía a la piscina este verano por multitud de razones cada vez menos creíbles: No tengo bañador, no sé nadar, el sol es malo para mi piel, voy a encargar un bañador de cuerpo entero... Cuando tras seis días le llegó su bañador comprado por internet bajó a la piscina con mi tía. Bañador "enterizo" como ella decía, que le cubría brazos y piernas. Un sombrero en la cabeza. Diez minutos en el agua, andando por la zona donde no cubre...
Volvió con mohínes de sufrimiento. El sol, a pesar de toda su protección, la había puesto a morir. Los ojos, aunque no metió la cabeza, por supuesto, los tenía fatal -según ella- a causa de los peligrosos efluvios del cloro. Esa tarde la pasó en reposo, con analgésicos porque tenía jaqueca. En fin, que tenía más achaques que su empleadora, de 95 años. Ese día me enfadé con ella, pero le dio igual. Bajaba la vista y me miraba compungida, como si la estuviera regañando indebidamente. No volvió a bajar a la piscina. Bajaba yo con las dos viejecillas o bajaban ellas solas cuando yo estuve de vacaciones.
Olvidemos todo esto porque se lo hemos consentido y no la hemos despedido cuando se lo merecía. Nos daba pena y pensábamos que las dos hermanas estaban más seguras con alguien en casa.
El 1 de septiembre, después de haber cobrado su nómina de agosto, me dice que se va. A mí, que simplemente hago las gestiones. Pero no se lo había dicho ni a mi tía ni a mi madre, las habitantes de la casa, las empleadoras.
Que se iba en tres días. La verdad es que como realmente todas estábamos felices de que se largara me dio igual que no cumpliera los plazos legales de aviso.
Volvió a poner su carita compungida y nos volvió a mentir, como ha estado haciendo durante todos estos meses.
-Yo... Vds saben que estoy mal, tengo mal el estómago (se lo acariciaba), apenas puedo comer (salvo el huevo frito del desayuno, los plátanos de postre y 8 o 9 albóndigas, que bien que las devoraba cuando mi madre las ponía) Necesito curarme, necesito ir con mi mamá (probablemente en Perú le sigan haciendo toda esta ristra de pruebas que aquí la seguridad social española le ha prescrito. No porque las necesitara, creo yo, sino para dejar de oírla, para que no nos acusen de "racistas")
No pregunté a la "enfermita". Me daba igual. Aunque hace unos meses era su mamá la que estaba enferma y era la interna la que quería adelantar a diciembre sus vacaciones de 2026 para cuidar a su amada madre. Siempre adelantando vacaciones. Esta vez le dije que no.
Como colofón, aumentó su aspecto de desamparo para pedir:
-Yo, les imploro, les suplico, háganme un despido para que pueda cobrar el paro.
Y como soy idiota he dedicado tiempo a buscar por internet y hacerle una carta de despido, fotocopiarle las nóminas, entregarle los recibos del pago de seguridad social, hacerle firmar la recepción de una indemnización (aquí no fui tan tonta y le dije que firmara el recibí, pero que no se la pagaba porque la realidad es que se iba porque ella quería y no tenía ningún derecho a cobrar paro salvo que yo le hiciera este favor).
Pensé que todo había finalizado, que lo de pedir el paro era cosa suya. Hoy la interna ha dado señales de vida para pedirme un papel que le exigen en el SEPE (servicio público de empleo). Pensaba mandarla a la mierda, pero como sigo sigo siendo tonta, tontísima, aquí estoy, luchando contra la infame burocracia de esta España nuestra, que me exige un impreso concreto con datos que ya aparecen en las nóminas, en el contrato, en los recibos de seguridad social. Y necesito mil claves para enviarlo por internet porque ya casi nada se puede entregar en papel. Pero hay montones de funcionarios tocándose el higo sin ayudar en absoluto.
Ahora entiendo por qué tanta gente tiene al servicio doméstico sin contrato, sin asegurar. No es nada fácil hacer las cosas bien. Ya es caro contratar a alguien, si encima necesitas un gestor que te ayude con estos trámites, no hay familia que afronte el gasto. Pero se piensan que un viejecillo que necesita ayuda es una empresa y que domina todo este maremágnum de claves y documentos.
Escribo al día siguiente...
Acabo de volver del despacho de un gestor (me ha recibido porque me conocía de anteriores gestiones de testamentarías, si no no me atiende tan rápido) que ha conseguido, tras una hora de lucha con el ordenador, enviar el famoso impreso al SEPE. No he hecho la gestión por ayudar a la impresentable interna, sino porque quizá si no lo envío pongan alguna multa a la empleadora (mi tía, 95 años) que ha hecho todo súper legal.
Y me ha hecho la gestión por ser yo, porque él ya no hace ningún trámite de internas; ni contratos, ni despidos, ni nada.
-Mira, he dejado hace poco estos trámites. Sé que es necesario contratar ayuda doméstica pero he visto tanto aprovechamiento, tantas denuncias injustas contra los empleadores, que no sé cómo la gente mete alegremente en su casa a gente ajena. Hay muchas que van a sacar todo lo que pueden y no les importa denunciar por acoso a un pobre hombre de 90 años. Y siendo mujer, suelen ganar. Este hombre tuvo que soltarle 3500 eur a la que decía ser víctima del acoso. No, yo no las quiero ni en pintura.
No sé si sigo siendo tonta o empática. He hablado por teléfono con la ex-interna. Me ha agradecido todo lo que estoy haciendo por ella y me ha asegurado que en cuanto le envíe la factura del gestor, me paga todo ese importe.
Sé que miente más que habla, pero cuando me ha dicho que estuvo en el SEPE no sé cuantas horas, que suplicó que le dejaran entregar el documento físicamente y no por internet y que se negaron, que ellos erre que erre con hacerlo todo on line, sí la he creído. Y es que tenemos una administración elefantiásica, llena de vagos, que no facilita las cosas a los ciudadanos, sino que pone muros y más muros. Las claves, las firmas digitales, el certificado electrónico, parecen la panacea, pero caducan, no sabes bien cómo utilizarlos, las rutas para hacer las cosas son confusas... Y pedir cita presencial es misión imposible.
Respecto del asunto burocracia solo puedo decir a la ex interna: "Hermana, yo sí te creo"
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