Hoy estoy un poco harta. El director ha venido hoy "motivado" después de tomarse un día de asueto por culpa de sus habituales problemas estomacales e intestinales con los que ya no engaña a nadie. Un jeta, eso es lo que es.
Yo que estaba moderadamente contenta con él porque ni se metía en mi trabajo ni me obligaba a meterme en su despacho para asistir a sus inútiles reuniones mañaneras, comienzo a cambiar de opinión.
La jornada la he empezado combativa, todo hay que decirlo. He sido la segunda en entrar al despacho y me he sentado en una silla cualquiera. Ha llegado Claudio y se ha situado junto a mí, de pie.
-Ese sitio está reservado -me dice para que yo me levante.
Y no estaba de humor. Sí, realmente me había levantado con un humor caústico.
-¿Desde cuando las sillas tienen nombre? Ahí tienes otra.
Y no he movido el culo. Me parece bien que la gente sea de costumbres y de rutinas, pero intentar que yo me levante porque el ex-director prefiere la silla de la derecha y no la del centro, me resulta pueril y ridículo. Pero como Claudio a veces es tremendamente infantil a pesar de sus 53 años, se ha enfurruñado y solo le ha faltado decirme, como en el colegio: "Cruz y raya para siempre"
La reunión ha sido soporífera. Más de lo mismo. Cada día es repetición del anterior. Toma listados. Haz llamadas. Que los clientes lo hagan todo por el móvil y que se metan en el máximo de "cositas" que ofrece el Banco, que todas son estupendas. Yo oía hablar a Roque y le miraba muy seriecita. Ya está. Hoy he optado por no discutir.
A última hora estábamos solos Roque y yo. Le he comentado que en la nómina había recibido un plus de trienios, pero que con gusto habría renunciado a cambio de que me hubieran admitido en el ERE.
Y entonces se ha puesto a hablarme en tono cuasi sacerdotal, sermonero, aburrido.
-Tienes que asumirlo Zarzamora, que sigues trabajando y que hay que hacer lo que el Banco quiere. Y lo que quiere es digitalizar a la clientela.
-Mira, yo cada día, y hasta la hora de cierre, trabajaré como siempre y el que me lamente de no estar fuera del Banco es humano y no me hace peor trabajadora. Puedes guardarte tus consejos motivacionales.
Y otra vez apareció en escena la sombra alargada de Aracné, que hace poco vino ¡otra vez! a visitarnos porque yo debo de estar ya, no en el puesto 0 de consecución de clientes digitales, sino en el -2. Los que son digitales se hartan de las claves que no les funcionan, del sistema que no entienden y se olvidan de meterse en la página del Banco con la frecuencia que el Banco exige. Si los clientes no se meten al menos una vez al mes en sus cuentas, se "caen" como digitales. No cuentan como objetivos cumplido.
Esto es una locura. Trabajamos no para hacer la vida más fácil a la clientela sino para cubrir objetivos absurdos y que Aracné pueda cobrar su plus como Jefa digital.
-Sí, no te dije nada el otro día (pero ya se encarga de decírmelo hoy). Después de que Aracné hablara contigo pasó a verme.
-¿Y? Fui muy correcta y creo que quedamos como amigas.
-No te engañes. Esa no es amiga de nadie, pero no es la peor. Está muy preocupada porque le dijiste que solo hacías tres llamadas al día.
Ahí me callé que mentí. Muchos días no hago ninguna. Se supone -Aracné supone- que yo tengo tiempo de llamar a diez clientes diarios para convencerles de las bondades digitales y atraerles al Banco si necesitan ayuda para su acceso.
-Pues no te preocupes Roque. La próxima vez le digo que hago veinte. Creo que no tienen forma de comprobarlo ¿no?.
Yo notaba que Roque se estaba poniendo nervioso. Él tenía la sensación -certera- de que toda esto me traía al fresco. Y comenzó una nueva táctica. Pretendió amedrentarme.
- Zarzamora, no te estás tomando esto suficientemente en serio. Esta gente tiene más poder que el que tú crees y, si quieren, te mandan a una sucursal de Coslada y te hacen la pascua.
-Yo creo que tan lejos no. Suelen mover por la misma zona. Y ya me dejaron muy claro en recursos Humanos que era muy válida, que el Banco me necesitaba y que por eso no admitían mi petición de irme. No van a cambiar de opinión tan pronto.
Seguía riéndome internamente del director. Sus intentos de asustarme no estaban dando fruto. Yo seguí.
-Te agradezco tus consejos, pero quédate tranquilo, que si me trasladan para mí no va a ser tan traumático. Quizá viva mejor. Pero vosotros sí lo vais a notar y me vais a echar de menos. Porque dudo que encontréis a otra tan válida como yo.
Ahora, tranquila en mi casa, me miro al espejo y digo:
-He hecho 18 llamadas cada día.
Me veo con cierta tensión facial. Aracné va a notar que 18 es una gran mentira y no va a colar. Pruebo nuevamente. Me dirijo al espejo.
-Pues sí, Aracné, gracias a tus consejos y a lo bien que he conseguido organizarme, he hecho una media de 9 llamadas diarias.
Creo que esa cifra no muy pretenciosa de 9 llamadas sí va a colar. Me veo en el espejo suelta, segura de mi misma. Me empiezo a creer mi mentirijilla. Sí, la próxima vez voy a mentir a Aracné para que no regañe ni asuste al pobre director.
En fin, qué podría decirte, querida Zarzamora. Si hay que mentir, se miente. Qué le vamos a hacer. Yo he decidido que voy a empezar a jugar a la lotería como una loca. Me parece la única salida digna que me queda, la verdad; el resto de opciones que se me ocurren no serían políticamente correctas. Abrazos.
ResponderEliminarMi problema es que nunca he sido de loterías. Soy jugadora social en Navidad. Así que me temo que seguiré atada a mi Banco. Un abrazo.
EliminarY todo por los objetivos de marras. Estamos creando entre todos una sociedad absurda y de esperpento. Que gran error eso de digitalizar al cliente, van a conseguir que nadie utilice los servicios del banco.
ResponderEliminarun abrazo.
Ahora entiendo porqué me dicen que tengo que "entrar" en mi cuenta del banco de vez en cuando. En realidad, en el banco que me lo dijeron puedo "ver" pero no Exxxtraer. Mu cucos, pero que mucho.
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