viernes, 6 de enero de 2017

Engaño en víspera de Reyes

Ayer, víspera de Reyes, fue un día "raro" en el Banco, con goteo de clientes no habituales. Uno de ellos me estafó. Con un DNI robado, un parecido aceptable con la foto del DNI, que normalmente no suele hacer justicia a la realidad, y una firma exacta a la del cliente, se llevó unos cuantos euros con un aplomo y tranquilidad admirables.

Mi jefa y yo nos llevamos el disgusto al acabar la jornada, cuando una llamada telefónica nos puso al tanto de todo.

-Zarzamora, no te preocupes, va a ser un quebranto y ya está. Imagínate que tú hubieras sospechado algo raro... Estábamos aquí las dos solas, y ese individuo podría haberse puesto agresivo si hubieras dudado de que era él y hubieras retenido el DNI. 

Es de agradecer que mi compañera me tranquilizara, pero me dio rabia acabar así las Navidades, con este  engaño y dándome cuenta de que soy una fisonomista bastante mala. Menos mal que por la tarde, con la compañía familiar, el disgusto se fue mitigando.

Aunque... fue un engaño en el día adecuado.

 Resultado de imagen de dibujos de reyes magos

Hoy es  el día de Reyes y voy a ser "políticamente incorrecta": no me entusiasma este día. Es más, si me remonto a cuando era niña, creo que nunca me ha emocionado especialmente. Me enteré de la verdad con siete años. Ante mis dudas y para no dejar a una prima mía por mentirosa, mi madre optó -sabiamente- por darme un baño de realidad. No lloré, no me sentí estafada. Indagué, y todos mis porqués de niña en torno a esa noche mágica, quedaron solucionados. De repente crecí, me sentí mayor, poderosa. Sabía algo que ni mis compañeras de colegio -en aquellos años las clases se separaban por sexos- ni mis hermanitos, sabían. Claro está que mis hermanos se fueron enterando bien pronto, porque cuando eres niño es difícil guardar un secreto tan potente.

A mis padres les vino bien ese temprano despertar a la realidad. Pudimos entender por qué nosotros siendo buenos niños y aplicados en el colegio, teníamos tan solo dos regalitos cuando otros desempaquetaban cajas y cajas no solo en su casa, sino en casa de abuelos y tíos. Comprendimos que los Reyes Magos no eran justos pero que nosotros, con menos, teníamos más y éramos más felices.

Con mis hijos repetí la misma pauta, no de forma intencionada, sino porque así surgió. Cuando mi hijo mayor me pilló recogiendo un regalo que me entregaba el cartero, en la puerta de casa, pocos días antes del 6 de enero, no pude mentir. 

-Ven hijo, te voy a contar una cosa y vas a ser el único de tu clase que la vas a saber. No tienes que decir nada a tus compañeros. A los papás de otros niños no les suele gustar que lo sepan tan pronto.

No hubo ningún trauma. Aquel año él nos ayudó con gusto a preparar todo y a mantener en la ignorancia a su hermanita pequeña.

He oído estupideces de todo tipo respecto al momento de la duda infantil. Los padres hacen lo imposible por mantener artificialmente la ilusión.

-Yo creo en ellos. ¿Me vas a decir que mamá está equivocada? (Chantaje emocional)

-Existirán siempre si lo crees en tu corazón (Típica frasecita sentimentaloide)

-Ese amiguito que te ha dicho semejante cosa es un mentiroso. (Fomentarás que tu hijo haga el ridículo en clase y más si tiene ya una edad)

En fin... cada familia es un mundo, pero muchas veces los padres piensan más en ellos, en "su" ilusión, que en lo adecuado para sus niños.

El día de Reyes es un desbarajuste de envoltorios, cajas, juguetes en el salón. Cuando acaba el día, unos padres desquiciados, hartos de intentar entender los nuevos artilugios de sus hijos, se encuentran frente al momento más duro:

-¿Dónde narices vamos a guardar estos trastos?

Ahí es cuando vendría bien un poco de magia que agrandara espacios en las casas, normalmente pequeñas, en que vivimos. 

Lo mejor del día de Reyes es el Roscón. Su sorpresa no ocupa apenas sitio y el bollo siempre desaparece.


  

4 comentarios:

  1. Yo no tengo recuerdo de cuándo me enteré de lo se los Reyes. Nunca tuve ningún trauma. Para mi los Reyes venían el día 24 por la noche. Puestos a creer...
    A mí tampoco me gusta tener a los niños en la ignorancia con edad avanzada. Conozco padres que se han disgustado cuando sus hijos se han enterado con ¡¡¡ 11 años! !!
    Tal vez sea demasiado racional,pero creo que los niños disfrutan más llendo a comprar los regalos que escribiendo la carta.

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    1. Lo de los 11 años me parece una barbaridad, pero debe ser frecuente. Ir a comprar los regalos con tantas aglomeraciones... no sé si es para disfrutar. Gracias por pasarte por aquí.

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  2. En un pueblo donde nevaba de veras, donde los juguetes eran escasos (aunque siempre había algo en la ventana, no podía imaginarme que Sus Majestades en una sola noche recorrieran mi pueblo y los de al lado y todos los demás, ya de muy niño me parecía sencillamente imposible, pero esos malos pensamientos se iban al ver el cochechito de "hojalata" colorido y con motor de "cuerda" o lo que tocara ese año. Creo que pronto los chicos mayores me sacaron de dudas pero nunca fue un trauma. Barrabás

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    1. Siempre se recurre a la magia para explicar esos desplazamientos tan agotadores. Aunque ahora con tanta ciencia ficción, podría hablarse de teletransporte. Un abrazo.

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