martes, 6 de octubre de 2015

Sintonías

A veces me siento culpable. Culpable porque hay clientes a los que no aguanto y, realmente, no son malas personas. Me analizo y pienso "¿Cuándo me empezaron a caer mal?" Y no es porque no se sepan el número de cuenta (o no la traigan anotada) y se la tenga que buscar una y otra vez. No es porque lleguen siempre dos minutos antes del cierre. No es porque taconeen impacientes sobre el suelo ("tap, tap, tap, tap") cada vez que les toca esperar un poco. Bueno, todas estas cosas ayudan, pero no es solo por eso por lo que no les aguanto. Creo que me caerían mal aunque no tuvieran estos defectillos. No sintonizo con ellos. Procuro atenderles correctamente y ya está. 

Esta mañana ha entrado por la puerta D. Urbano Toro. Siempre muy, muy correcto, pero no le trago. Lo reconozco, es una antipatía visceral, física, que no puedo racionalizar. Al marcharse el cliente anterior a él, D. Urbano le felicita y le dice, aunque no le conocía de nada:

-¡Enhorabuena señor, por fin una persona que tarda poco en ventanilla!

El comentario no tendría mayor importancia si no fuera porque Urbano es de los que tardan mucho, hacen muchas operaciones en 
caja y organizan cola. Claro ejemplo de ver la paja ajena y no la viga propia.

-¡Ay, Lupe! -le digo a última hora- qué mal me cae Urbano. Cada vez que le veo en la cola me entra un no se qué, me altero, desearía que le atendiera otro.

-Pero bueno, tú eres tonta. Lo raro sería que te cayera bien. Es un cretino. Y hoy lo he comprobado todavía más. Solamente le cae bien al director, a Augusto. Ya sabes, todos los plastas le caen bien a él, que es de la misma cuerda.

-Pues yo no he visto que pasara nada raro esta mañana con Urbano. Salvo la tontería de felicitar al de delante por haber sido rápido.

Lupe se ríe con ganas y continúa  el cotilleo.

-¿De qué te vas a enterar tú, si estás concentrada con el cliente que tienes delante? Vas uno por uno, como debe ser. No puedes estar a todo lo que pasa en la cola. Pero yo tengo un ángulo de visión perfecto. Verás, ha llegado un muchachito joven y le ha dicho al cliente "rápido" si le dejaba pasar antes para cambiar un billete de 20 eur, que tenía que meter dinero en el parquímetro.

-Pero si nadie me ha venido a cambiar 20 eur...

-¿Quieres callar, que no me dejas explicarlo todo? -se ríe Lupe- El "rápido" estaba dispuesto a dejarle pasar de inmediato, pero Urbano, que estaba detrás, ha dicho que de ninguna manera, que por delante de él no pasaba nadie, que esperara la cola como todo el mundo. Y otro señor que había por allí le ha dicho "anda hijo, ven que yo te cambio el billete". Por eso el muchacho al fin no ha llegado hasta la ventanilla. Urbano es un cabrón con corbata, y ya está. ¡Peor aún te tenía que caer!

Parece que la falta de sintonía la tenemos las dos con los mismos clientes. Esto me consuela.

Hay otro que, afortunadamente, se acaba de "retirar" por segunda vez (trabajaba en negro después de jubilado para la misma empresa en la que se jubiló)  y venía casi a diario con la misma cantinela:

-Qué suerte ver una cara bonita por las mañanas.

Yo era la cara bonita. Debería haberme sentido halagada, pero tanto almíbar día tras día, me empachaba. Y  cuando se ponía a hablar de la corrupción, de lo mal que está España, y él mismo se metía en el saco de los "pobres", teniendo una pensión legal, otra en negro, y varios hijos con buenos empleos, me enfadaba por dentro cada vez más.

   
                                  

La verdad es que al escribir esto veo que en estas dos situaciones es hasta normal carecer de sintonía con ellos. Hay casos en que a mí me caen bien algunos clientes y el resto de compañeros no los aguantan. Con uno de ellos tomo algún café de vez en cuando y nadie entiende que  lo pase bien en ese ratito.

En los viajes, en la vecindad, en el trabajo, cuando hacemos la compra, nos encontramos con tanta gente... ¿No os ha pasado que con ciertas personas la conversación, sea del tema que sea, fluye, no es forzada, uno se siente a gusto, y con otras tienes que hacer un gran esfuerzo para encontrar intereses comunes y para hablar de algo que no sea el tiempo? Yo creo que existe sintonía con alguien cuando los silencios no pesan. Cuando no tienes que buscar desaforadamente un tema nuevo para reanudar conversaciones lánguidas. Cuando la charla se reparte de forma natural.



En fin, tranquilidad, que es normal que uno no caiga bien a todos los que le rodean y no hay que culpabilizarse porque a veces haya personas a las que uno tenga aversión. Aunque no sepamos el porqué, ahí está el subconsciente, que manda señales y, muchas veces, nos protege. ¿No es eso la inteligencia emocional? 



4 comentarios:

  1. Una interesante entrega de tus aventuras cotidianas. Yo me analizo a mi mismo e incluso detecto cuando alguien no sintoniza o no quiere cuentas conmigo; entonces lo mejor es hacer mutis por el foro. Es harto difícil caer bien a todo el mundo, tampoco hay que pretenderlo, sería insufrible.
    Pero nos vamos acostumbrando con el trascurrir de los años que nos aportan la experiencia, a darnos cuenta que no todos somos iguales ni con los mismos intereses ni personalidades, ni el humor, ni las circunstancias, ni la problemática ni los agobios cotidianos que nos hacen ser diferentes cada día. Hay personas a las que no aguantamos, ni siquiera su presencia y otras con las que nos gustaría pasar el resto de nuestras vidas.
    ¡En fin! chica, por internet no nos vemos las caras sino, a lo mejor también tendríamos que cerrar el blog.
    Un beso y gracias por amenizarnos con tu gracejo particular.

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    1. Ja, ja, ja. Es curioso. En la vida cotidiana la gente te "entra" por la vista. En los blogs, por lo que escriben. ¿Cambiaría nuestra idea de la gente si nos viéramos las caras o escucháramos cómo suena nuestra voz? ¡Qué interesante! Gracias por tu aportación. Un abrazo.

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  2. ¡Ay! Cuanta razón tienes. No sabes cómo te comprendo. Ese tipo de "sintonía" viaja permanentemente conmigo. Abrazos.

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    1. Lo mejor es estar bien sintonizados con todo el mundo y tener las menores interferencias. Pero no siempre se puede. Un abrazo.

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