jueves, 24 de septiembre de 2015

Pestilencias

Hace unos días tuvimos fiesta familiar en casa. Acabadas las pizzas, los sobrinos subían y bajaban para entretenerse en la calle. Llamaban a la puerta, entraban al lavabo, cogían algo más de comer y se iban otra vez a la calle. Y con este vaivén de puerta que se abre y se cierra de continuo, se colaba un hedor repugnante.

-Pues no veas cómo huele abajo en el portal. Me han entrado ganas de vomitar -decía un sobrino.

-A ver si se han dejado en alguna casa una bolsa de basura llena y se han ido de vacaciones -añadía otro.

-O se ha muerto alguien y nadie se ha enterado -sugería el último.

-No sería la primera vez.

Y ante la cara de asombro del resto, mi hija aclaraba:

-Es que ya murió un vecino y la policía tuvo que abrir la puerta y lo encontró muerto.

Pero la causa de la peste no era tan truculenta. La vecina del primero se había encontrado la nevera sin corriente al volver de vacaciones y todos los víveres estaban estropeados. Abrir el frigorífico fue como destapar la caja de Pandora de los malos olores. Generosamente los compartió con toda la vecindad mientras ventilaba su casa como podía y bajaba al cuarto de las basuras bolsas y bolsas de productos podridos.

¡En fin, sorpresas desagradables y bastante frecuentes a la vuelta de vacaciones! Llegas cansado, con ganas de deshacer la maleta y darte una ducha, y  tienes que ponerte a fregotear la nevera conteniendo las arcadas.

En mi sucursal también hemos padecido nuestra particular crisis "odorífera". Afortunadamente a mucha menor escala.

Tenemos una neverita pequeña, de esas que tienen la eficiencia energética bajo cero, con muchos años de relajado servicio, porque son pocos los productos que metemos dentro. En verano sí que la cargamos con botellas de agua. Hace poco notamos un olor un tanto extraño cada vez que sacábamos un envase. Es cierto que el interior estaba algo sucio, pero no había nada estropeado, tan solo botellas.

Al acabar la jornada decidí vaciarla por completo, descongelarla y decir a la señora de la limpieza que, por favor, la limpiara. Con cariño y mano izquierda, porque esa tarea no entra en sus competencias.

Saqué todo el botellerío y en un rinconcito vi una bolsita de plástico. ¡Justo, de ahí salían los efluvios pestilentes! La abrí con cierta prevención y apareció un cuentagotas con una etiqueta: "Ángel". Mi compañero, que llevaba de vacaciones dos semanas, era el propietario. ¿Quizá lo había etiquetado para que a nadie se le ocurrriera probarlo? En su interior se veía un limo blanquecino y espesito. No tuve necesidad de abrirlo, en cuanto me lo acerqué a la nariz me di cuenta de que olía a ajo.

                            

-¡Lupe -grité contenta a mi jefa- ya sé de dónde viene el olor. Es un frasquito de Ángel. Se lo dije mientras lo alzaba en la mano, como un trofeo.

-¡Aléjate con esa guarrería! -bufó- Ni me lo acerques, que el olor se está extendiendo. Tíralo al baño de los chicos. Pero para qué guardará Ángel una cochinada así...

Una vez alejado el origen de nuestros problemas, yo charlaba tranquilamente con Lupe.

-Yo creo que eso era esencia de ajo o algo así.Ya sabes que Ángel es muy aficionado a todo lo natural. Le irá bien para alguna dolencia y deja el frasco ahí para tomarlo a sus horas. ¡Como se pasa aquí casi todo el día! Pero se ha estropeado y por eso huele tan mal. Una tía mía tomaba una cucharada de ajo picado en ayunas. Decía que era buenísimo para la salud. Pero la verdad es que luego el olor le salía por todos los poros. He oído que lo bueno es masticar luego perejil para contrarrestar el olor. 

-Deja, deja... ¡Comer ajo! ¡Qué ganas!
  
                              

En fin, creo que Lupe no sabe disfrutar de unos buenos boquerones en vinagre. Yo estoy deseosa de que vuelva mi compañero y me explique las bondades de su brebaje secreto. ¡A lo mejor le encargo un botecito para mí!

5 comentarios:

  1. Jajajaja. Has dejado la entrada abierta a tu blog y el olor se está extendiendo por toda la red y por eso me he acercado encontrándome esa esencia de ajo.Pincha el link que te dejo más abajo y saldrás de dudas antes de que Angel regrese de las vacaciones y te lo tenga que explicar.
    http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/09/140923_nutricion_bondades_ajo_finde_dv

    Ciertamente las vacaciones nos desubican y es duro volver a la triste realidad.
    Una entrada muy divertida no apta para vampiros.
    Besos

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    1. Muy bueno tu enlace. ¡Y dicen lo del perejil! A mi me gusta el ajo, pero en crudo no. salvo en los boquerones en vinagre. Me alegro que te hayas reído un rato. Un abrazo.

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  2. No solo tú, Zarzamora. Yo también estoy deseando saber para que se guarda un cuentagotas con ajo en la nevera... Estoy en ascuas... Abrazos.

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  3. Zarzamora, me alegra de saludarte después de un tiempito sin asomarme a tu ventanilla.
    Quería decirte que la sabiduría popular afirma que el ajo tiene infinidad de virtudes. No son pocos los que afirman que comer un diente crudo a diario alarga la vida en 10 años, además de estirar el cutis y hacerte parecer más joven. ¿Será esa la intención de tu compañero? Claro, no es un alimento recomendable cuando tienes que atender al público. A mi me ocurrió que en una ocasión me acerqué a una iglesia a confesarme y el sacerdote de turno había comido ajo recientemente . Ufff, ahí si que cumplí una penitencia severa…

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  4. Yo también tengo clientes que se acercan con ciertas halitosis y tengo que contener la respiración. Me alegra que vuelvas asomarte a esta ventanilla pero... espero que no te asomes solo cuando trato estos temas un poco "sucios". Marisa, Anónimo... volvió mi compañero de las vacaciones y se extrañó de que su mejunje se hubiera estropeado. No me regañó por tirarle el cuentagotas pero creo que se quedó triste. Ahora lo debe tomar en casa porque no lo deja en la nevera. ¿Quizá no se fía de mí? Lo usaba para trastornos digestivos según me dijo. Por cierto, me atrae lo de estirar el cutis... Un abrazo.

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