Yo también trabajo en una "burbuja" como los niños del colegio. Una burbuja pequeña, de tres o cuatro personas, que se ha estado manteniendo aislada y sana durante estos inciertos meses, flotando frágil en los aires de la Banca, resistente a las embestidas de los reajustes de la empresa y del virus.
Nuestro frágil microcosmos está a punto de estallar, como esas pompas jabonosas que los niños lanzan al aire, alegres y coloridas. Debería decir que lanzaban, porque ahora con las mascarillas es imposible soplar, exhalar, besar...
Beltrán Quilo, mi nuevo jefe, con el que estaba tan contenta, se va a un nuevo departamento con un nombre sugerente, tipo: "Asesoría personal" "Atención digital 24 horas" "Contáctenos" o cualquier etiqueta de este tipo que queramos ponerle.
La realidad es que Beltrán se va a convertir en teleoperador bien pagado al que le grabarán todas las conversaciones para ver si lo hace bien o no, si dice cosas inconvenientes, si sigue los protocolos establecidos. Controlarán sus tiempos -de desperezarse en la silla, de hacer pis, de tomarse un refrigerio-. De momento no le tienen con una argolla atada al tobillo y tendrá libertad de movimientos.
Su misión es vender por teléfono a clientes digitales que ya no pisan la sucursal. ¿Para que van a venir a vernos si les hemos convencido de lo buenísimo que es hacerse uno mismo todas las gestiones bancarias?
Pero si estos clientes pensaban que se librarían del personal del Banco estaban equivocados. Si pensaban que el Banco les dejaría en paz lo llevan claro. Porque no podrán sustraerse a las llamadas para ofrecerles o recordarles las ventajas de los seguros, fondos, tarjetas, préstamos, planes de pensiones de nuestra entidad. Llamadas cordiales que les recordarán lo mucho que el Banco puede hacer por ellos.
Que sí, que todo está debidamente publicitado en la página del Banco, pero empleados como Beltrán deberán usar todo su poder de persuasión telefónica para conseguir objetivos para el Banco.
A mí como cliente de Banca o de otras compañías no me gusta que me llamen, que me "acosen", que me persuadan, pero espero que este nuevo invento al que obligan a incorporarse a Beltrán Quilo funcione. Quizá de ello dependa la subsistencia de mi banco en un futuro demasiado cambiante.
El virus es bueno para que desde las altas esferas aceleren enormemente estos cambios con excusas reales o inventadas. Las burbujas ya no se mecen en suaves brisas. Las agitan vendavales. Algunas se fusionan con otras y se agrandan. Otras hacen "pop" y desaparecen, dejando apenas un resto jabonoso en el suelo.
Qué pasará cuando esta macro unión tenga problemas. Que los tendrá. A quién se va juntar si se han acabado los "posibles" pues solo queda hacer poooff. Ya hablamos en otro post de esto de internet. Yo me sentía moderno al hacer una transferencia. Qué facilidad, qué rapidez. Evidentemente al banco le traían sin cuidado mi comodidad, le importaba la suya nada más y sus intereses claro. Han borrado al elemento humano tan taimadamente valorado en sus discursos para seguidamente eliminarlo. Ahora ya no podemos salir de ahí.
ResponderEliminarLa verdad es que yo me refería a burbujitas. Sucursales burbuja que se juntan o desaparecen, pero hay también súper burbujas, Bancos, a los que les pasa lo mismo. Un abrazo.
EliminarLa banca como tantas otras entidades comerciales está viviendo tiempos convulsos de cambios acelerados y poco meditados. Andan como pollos sin cabeza. Todo esto lo está pagando el cliente pero le pasará recibo más adelante a los directivos. Que digo yo que esto es como una consecución de fichas de dominó; y tengo la esperanza, que de justicia divina.
ResponderEliminarUn abrazo y a seguir burbujeando, es lo que nos toca. Después ya veremos por donde revientan las costuras.
Aún hay clientes que se niegan a usar cajero o internet. Con buena fe, creen que así defienden mi puesto de trabajo. No se dan cuenta que los de arriba suelen ser más fuertes y poderosos, aunque se equivoquen mucho más. Qué pena. Un abrazo.
EliminarTus entradas siempre me hacen pasar un rato muy agradable. Continúa contándonos historias.
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