Aún queda mucha nieve que va perdiendo poco a poco ese blanco deslumbrante. Hay calles secundarias con orientación norte que parecen pistas de patinaje. Montañas de nieve sucia se amontonan en las orillas de las calles principales y bolsas y desperdicios se acumulan en los contenedores y sus aledaños.
El manto blanco va retrocediendo y deja al descubierto las miserias habituales de la gran ciudad y las añadidas como consecuencia de este desastre. "Lo poco gusta, lo mucho cansa" Esto me está pasando a mi con la nieve. Me aburre ver el patio amplio de mi comunidad cubierto de una blancura perenne. Me cansa ir al trabajo con las botas de montaña y el palo de excursionista que me ha evitado más de una caída.
A mi oficina pudimos llegar en metro todos los empleados y estamos funcionando como siempre. Con menos público pero con múltiples llamadas o correos electrónicos. Muchas otras sucursales con empleados que tenían que desplazarse desde lugares lejanos, y quedaron incomunicados por el temporal, no pudieron abrir.
Esto debería servir para que la empresa se diera cuenta de lo útil que es tener a sus empleados en oficinas cercanas a su domicilio. Muchas veces los "mandos" ejercen el poder e imponen el miedo, el ordeno y mando al más puro estilo cuartelario, el castigo... Y alejan cada vez más al personal de su casa. Se da la circunstancia paradójica de que el de Coslada se tiene que desplazar a Madrid y el de Madrid moverse a diario a Coslada, por poner un ejemplo.
Pues así les ha ido en esta semana pasada: sucursales cerradas o a medio gas y empleados trabajando como podían desde casa con sus portátiles. Puede que la nieve haya ralentizado algunas tareas pero otros "movimientos" del Banco han seguido su curso sin que les afectara nieve ni hielo.
A mi director, Roque Ronco, se lo llevan a otro puesto. Su carrera como director está en declive. Ha ido pasando de sucursal a sucursal, cada vez de menor categoría. En ésta ha estado a gusto durante los escasos tres años que la ha dirigido, pero no le dejan acabar aquí tranquilamente los pocos años que le quedan de vida laboral. Hay que revolver todas las fichas, que nadie se acomode, que la incertidumbre sea el pan de cada día.
Aún no sabemos quien vendrá. Probablemente alguien joven con ambiciones. Retomaremos la dinámica de presentar al nuevo a los clientes y explicarles -si se puede- el por qué de tanto cambio.
Vamos camino de convertirnos en una de esas cadenas en que los clientes compran la pizza o el vestido y jamás ponen cara a quien les ha atendido. Porque da igual. Las caras cambian. El mundo se despersonaliza a marchas forzadas y muy pronto nos dará igual que nos atienda una persona o una máquina.
Nota: A pesar del título de la entrada ha podido más mi ego e ilustro con algunas fotos bonitas de nieve virgen. Porque también he disfrutado mucho paseando por las zonas cercanas a mi casa.
Hola Zarzamora, las políticas empresariales son cada vez menos entendibles. No comprendo muy bien qué tipo de formación tienen algunos directivos. Lo mismo tienen un curriculum lleno de másteres y cursos varios pero les falta lo más necesario, la lógica. En fin, espero que poco a poco la situación se vaya normalizando (dentro de lo que la situación nos deje). Saludos.
ResponderEliminarTodo está siendo raro en estos tiempos. Afortunadamente trabajo en esta época de crisis, pero la empresa no sabe o no quiere valorar el capital humano que tiene. Un abrazo.
EliminarAy Zarzamoraaa que no te olvido, que no te olvidoooo. Vaya, no es que estemos para cantos, pero en fin. Como casi todos, hago lo posible por ir arrancando, aunque no sé hacia dónde. Ya pasó el tiempo en que la blanca nieve, se convirtió en un sin fin de montones negruzcos que tardaron en quitar. Cambiando de tema, es cierto lo de los Bancos. Pasas un poco de tiempo sin ir y ves gente completamente distinta. Hay un trasiego de personal impresionante. Aparentemente desaparecen sin dejar rastro. Bueno hasta otra Zarzamora.
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ResponderEliminarY la culpa de estos cambios y movimientos la tienen las entidades y sus directivos que imagino poco simpáticos y encumbrados en sus egos y porcentajes de beneficios. Que quieren deshumanizarse voluntariamente y perder lo poco de cercanía que les queda; que era la atención personal al cliente. Antes había cercanía. ahora se pretende que el usuario haga todo el trabajo él mismo y desde lejos. Y además cobrándole un servicio inexistente. Lo mismo hacen con sus empleados; que tratan como peones de un juego del que solo ellos parecen conocer las reglas.
ResponderEliminarLo que más me joroba es que encima se denominen bancos cercanos y amigos.
Un abrazo y santa paciencia Zarzamora.