Me niego a hablar de nueva normalidad. No, nada va a ser normal después de lo que hemos pasado con este virus, pero intentaremos volver, con mayor o menor éxito, a nuestras rutinas.
Mi sucursal la abrieron hace una semana y me alegré muchísimo. Como no somos demasiados empleados creíamos que quizá hasta después del verano estaríamos rotando por distintas oficinas sin poder acceder a la nuestra. No pensábamos que la íbamos a añorar tanto.
Ahora tenemos unas mamparas de metacrilato en mesas y puesto de caja. Las ventanillas antes estaban mucho más resguardadas, como las farmacias. Pero llegó la moda de la cercanía con el público, la eliminación de barreras, y los cristales se suprimieron. Ahora echamos de menos esos recintos bunkerizados de antes.
En el suelo hemos puesto pegatinas para que la gente mantenga las distancias y hay un máximo de tres personas en el interior, cuyo control llevo yo.
Las tiendas de la zona van abriendo, pero algunas cafeterías a las que yo solía ir siguen cerradas. Ya no tengo ese ratito tan placentero para descansar, ojear las noticias y tomar un café. Si quiero uno, bajo al metro a que me lo den en un vaso de cartón y lo tomo en el trabajo.
La mayoría de los días no salgo y me he pasado al plátano, que es cómodo de llevar en el bolso, fácil de comer, y evita los calambres.
Mis clientes de siempre, a los que muchas veces he criticado en mi blog, ahora me parecen adorables comparados con los que he visto en las sucursales ajenas en que he estado. Todos se alegran del reencuentro y de ver que el barrio, poco a poco, vuelve a ser como antes.
Pero hay días en que echo de menos esa soledad de los meses de marzo y abril, cuando iba a revisar el cajero de mi oficina cerrada, caminando por avenidas vacías en que solo se oían pájaros, bordeando parques precintados en los que la primavera emergía esplendorosa. Reconozco que estoy llena de incongruencias.
Hace un par de días estuve en un Banco (en una mensa), no tenía lámina. Ambos llevábamos mascarilla pero nada más. Es que sois muy sufridos y valientes. Gloria, honor y prez a los bancarios. Englobo a las féminas, of course
ResponderEliminarJeje hola Zarzamora. El ser humano es incongruente por naturaleza. Yo tampoco me adapto al adjetivo "Nueva". No me gusta nada esta normalidad. ¿No notas como un velo triste sobre todos nosotros cuando caminas por la calle? Yo ya no veo tanta alegría en la gente, hay como una especie de mutismo, aunque alrededor haya bullicioso. ¿Ves? Otra incongruencia. En fin, sigamos adelante. Saludos.
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