Noto que últimamente la estrategia del Banco se resume en: "Divide y vencerás".
Es tan difícil conseguir los objetivos tan desmesurados que imponen desde las alturas, que cada empleado se aferra a lo suyo, va "a la caza" del cliente para no salir demasiado mal en los listados.
Todos, incluida yo, salimos en unas u otras listas ordenadas por resultados. Listas de consecución de préstamos, de tarjetas, de seguros, de activación digital (en ésta me han metido a mí y compañeros similares). Como cuando yo iba hace ya mucho, mucho tiempo, al colegio, los mejores están arriba, remarcados en color vistoso, y los demás, nos buscamos -si hay ganas- en los renglones de cola. Perfectamente fichados con nombres, apellidos, número de sucursal, número de captaciones y posición zonal, regional, nacional... Se puede buscar a cualquiera que te caiga bien, o mal, para ver si es mejor, peor que tú, para consolarte de tu propio desastre, para asombrarte de lo conseguido por alguien, a priori, un poco torpe. Es un arma para el cotilleo.
Yo ni miro esos listados. Estoy tan, tan abajo, que me aburre pasar pantallas y pantallas intentando descubrirme. No tengo tiempo. Pero sí creo que es un arma maquiavélica para generar comparaciones, envidias, recelos, y para hundir a quien no tenga la autoestima bien afianzada.
En esta carrera de obstáculos que es conseguir "producción" -como nos dicen ahora nuestros jefes- Claudio se quejó el otro día de que yo había enviado a dos futuros clientes a Tolosa -su enemiga declarada- y no a él.
-Claudio, no me seas pejiguero -le respondí, harta ya de que me tome por su secretaria- Muchas veces no tienes a nadie y cuando te envío a alguien pones cara de póker y les dices que no tienes conexión para no atenderles.
-Esos son clientes que no aportan nada -me responde atusándose su chaqueta y echando un vistazo a la calavera (marca Scalpers) del forro- Pero estos que has pasado a Tolosa eran nuevas cuentas, con nómina, con recibos...Con seguros si hay suerte. Esos sí me interesan. Pero claro, como ahora sois tan amiguitas...
Eso me dijo en tono medio en serio, medio en broma, marchándose tiesecito, mitad digno, mitad conteniendo la risa.
Yo soy la más visible de la oficina y ejerzo de recepcionista además de cajera. Procuro alternar a los clientes "potenciales" y repartirlos a mis compañeros para que todos cumplan sus objetivos.
Percibo cierto resquemor cuando uno consigue un fondo, seguro, cuenta, y otro no llega a lo que le han marcado y se queda abajo, muy abajo en los malditos listados. Eso no es sano porque se estropea el clima de compañerismo y la relación con la clientela. La presión hace que no se recomiende a cada cliente lo más adecuado sino lo que está en campaña en cada momento.
Así, se entra en un "trilerismo" de productos que desgasta a empleados y agota a clientes que son muy pacientes, muy compresivos, pero a los que se lleva al límite de la tolerancia con mucha frecuencia.
La cuenta que antes era ideal se cambia por otra más completa. Las tarjetas de uno u otro tipo proliferan como setas y el tiempo se nos va en convencer de las nuevas prestaciones de las nuevas y cancelar las antiguas.
Los fondos, que con mucha suerte llevan meses en "barbecho" sin subir, ni bajar, hay que cambiarlos por otros con la excusa de que, para que renten, hay que moverlos. Si antes se llevaba la renta fija, ahora lo adecuado es la renta variable, y luego dirán que un fondo garantizado (solo garantiza que no pierdas) es lo mejor para la cartera del cliente.
En ninguna oficina nos gusta atender a clientes de otras porque perdemos el tiempo y "no nos cuenta", a efectos de estas opresoras mediciones, solucionarles el problema de su tarjeta, transferencia, o recibo. Yo he sido regañada por Lupe, mi jefa, por atender a clientes ajenos. Pero también sería reconvenida si ese cliente foráneo reclamara y montara lío. Eso sí que asusta a todos: los gritos, el follón, la petición de la hoja de reclamaciones. También hay listados comparativos de las reclamaciones de los clientes en las distintas sucursales. Y siempre hay que dar explicaciones exhaustivas y demostrar -si se puede- nuestra inocencia.
En esta era de la globalización, la carga de trabajo de nuestras oficinas bancarias (muchas veces trabajo absurdo y burocrático) es tan grande, que se están convirtiendo en pequeñas aldeas enemistadas entre sí, que se miran su propio ombligo lleno de pelusas y olvidan el centro de nuestra existencia: el cliente, de cualquier ciudad, de cualquier oficina. Lo peor es que no es culpa nuestra. Las circunstancias nos están obligando a ser así: malos.
Ya hace tiempo que tuve que abandonar la idea de que los bancarios cobraban bien y vivían mejor, que además creo que era cierto. Las cosas han cambiado para todos, a peor, por supuesto. Me parece vergonzoso que publiquen esas listas que solo sirven para enemistar, que es lo que persiguen. Eso ya lo viví yo navegando cuando quitaron los mayordomos y emplumaron ese curro al of. Radio que no tenía ni idea de eso, porque decían que en puerto no daba golpe. La naviera publicaba la lista de manutención y a cómo salía el cubierto en cada barco, sin tener en cuenta las rutas de navegación y precios en los puertos. El caso era fornicarnos. Simbad el marino.
ResponderEliminarHola Zarzamora, no me paso como debiera por éste, tu rincón. Acabo de leerte. Verdades como puños compartes, pero claro es que estás ahí como secre, camo cajera. Yo tengo fidelidad en una caja de ahorros que se mantiene, ni ere, ni erre, ni absorción por otros bancos, tal vez es lo que me mantiene fiel a ella. Además, como otras veces he leído de ti, me gusta la atención amable, que llegues y tengas la confianza de "familia". Así que, productividad, claro, es un negocio, fondos garantizados, si claro, es una manera de mantener tus ahorros, pero es que ya no es como antes si quieres ganar, arriesga, que ya no es como antes, que el dinero ahorrado ganaba siempre. Un abrazo compañera feliz semana y vacaciones santas
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