Fantasmas

La verdad es que no he conocido a muchos en mi vida y tengo la duda de si los identifico correctamente. Así que cuento la historia y vosotros me decís si este cliente es o no es un fantasma.
                        

Se llama Perfecto Contador. Nombre y apellido le van al pelo, pero son ficticios claro, que tengo que mantener el anonimato. Es contador de muchas cosas: de chistes, de aventuras con amigos, de lo que hace el fin de semana... Un monologuista en toda regla. Buena persona pero un poco cargante. Es tan majete, tan cordial, tan amistoso, que me obliga a estirar las comisuras de los labios formando sonrisas de compromiso que no me salen de dentro.

¿A mí que me importan los disfraces con su pandilla en carnavales? No necesito que me cuente los motivos de su cansancio post-juerga de fin de semana. Detesto sus chistes. Me veo obligada a reír, o sonreír, aunque no le vea la gracia.

Perfecto Contador suele ir a pedir adelantos de nómina, pagar recibos atrasados y preguntar por las posibilidades de que le concedan un préstamo.

El otro día consultó acerca de un valor bursátil: Orange. Y ¡cómo no! tenía un amigo con mucha vista, que había comprado esas acciones en el momento adecuado y ahora, tras la subida del valor al haber adquirido Jazztel, había vendido con una enorme ganancia. ¡Qué amigos tan listos tiene mi amigo Perfecto!

Y no solo eso. Otro amigo, que se manejaba en los Bancos suizos como Bárcenas o Pujol, en una ocasión le había hecho a Contador un pequeño favor: había pasado la frontera con una cantidad de dinero y allí lo había invertido en no sé qué y, pasado un tiempo, ambos amigos habían repartido ganancias. Aquí mi cliente no da detalles de lo que ganó. Lo que ganara le lució muy poco porque, pese a tener un sueldo digno, jamás llega a fin de mes.

Me falta por saber cuantos amigos tiene en Facebook para clasificarle como fantasma auténtico o dejarle tan solo en aficionado.