Considerad esta entrada como continuación de la anterior "Desconexión total".
En estas vacaciones un poco peculiares que he tenido y que han sido un poco sedentarias, decidí ir a un gimnasio cercano para despejar la mente, cansarme y mantener a raya esas lorcitas incipientes que a veces descubro con asombro y cierto susto si me miro al espejo detenidamente.
Asistía a las clases colectivas que me interesaban después de enterarme de los ejercicios que se hacían bajo denominaciones como: Just pump, Aero-G.A.P., Steep, Zumba, Stretching, Ciclo Indoor, Pilates...
Siempre he preferido las clases, porque ponerme a hacer ejercicios en máquinas que apenas entiendo, rodeada de chicos musculados que levantan pesas con la misma facilidad con la que yo levanto una simple barra sin ningún añadido...mina un poco mi moral, para ser sincera.
La clase de Pilates era mi preferida. En una de las sesiones apareció una señora mayor, le calculé de 60 a 65 años. Arrastraba un poco los pies y le faltaba el resuello. Llevaba un abanico en la mano.
El monitor, joven y muy amable, le acercó una silla. ¿Una silla en clase de gimnasia? Pues sí, en Pilates hay muchos ejercicios que ella podía realizar sentada mientras el resto los hacíamos de pie. La mujer hacía lo que podía y, cuando tenía calor, se abanicaba. Plis, plas, plis, plas: golpes en el pecho. Ris ras, ris ras: cerraba el abanico como quien rasga una hoja de papel.
A mí no me molestó en absoluto. Me pareció una situación curiosa, bizarra, rocambolesca, digna de ser contada en este blog: Pilates+ silla+ abanico. Yo hice mis ejercicios igual que si no hubiera estado la señora de los calores.
Al día siguiente volví a una nueva sesión . Para mí todas las compañeras eran desconocidas. Digo todas, porque a las clases colectivas de los gimnasios es muy extraño que vayan hombres. Prefieren "muscularse" individualmente y con mucho aparato. Ellos se lo pierden, el ejercicio grupal es más divertido. Entre las desconocidas reconocí el pelo rosado y la figura esbelta, sin nada de grasa, con tripa plana,de una señora de cara acartonada del día anterior. El acartonamiento era producto de demasiado tueste en la playita, especialmente boca arriba.
He de reconocer que, salvo por la cara y el pelo, un poco de admiración sí que despertaba en mí. Era muy flexible y, el día que hicimos pesas (Just Pump), subía unos discos de tres Kg. como si tal cosa, mientras yo casi no podía con mi austera barra sin peso adicional.
Pues la mujer de pelo rosa empezó a criticar a la del abanico aprovechando que no estaba. Yo también critico a "rosa-esbelta-cara cartón" aprovechando que no me conoce y que jamás leerá esto. Si no, no sería tan valiente. ¡Porque además es más fuerte que yo!
-Pues el otro día, en la clase con Nando -comentaba en alto a quien quisiera oírla- una mujer hacía Pilates ¡en una silla y con abanico! Yo es que me estaba poniendo mala. Abre y cierra, abre y cierra el abanico. Con un ruidito inaguantable. Y además quejándose de que ya no podía más, que cuanto cansancio. Pues si no puedes, no te apuntes.
La oí y ya está. Me divirtió la situación. A mí me pone nerviosa la radio del vecino en vacaciones, cercana a la cabecera de mi cama aunque con un tabique (bastante liviano) por medio. A "Pelo rosa" le ponían nerviosa los ris-ras, plis-plas del abanico. Pero lo que menos aguantaba era que se había colada una torpe en su avanzado grupo de Pilates. ¡Como si la gimnasia fuera patrimonio de los que ya tienen cierta experiencia!.
¡Gran error! La dama del abanico también paga su cuota y pertenece al grupo de los que más necesitan mejorar físicamente porque arrastran problemas como gordura, espalda encorvada, respiración inadecuada, dolores articulares.
-¡Pelo rosa! -le hubiera dicho si me hubiera unido a ella algún tipo de confianza- Tanto tú como yo (especialmente tú) podemos pasar sin el gimnasio. Tú vas para seguir con ese cuerpo (cara excluída) estupendo. Yo para conseguir mi objetivo estival de "desconexión total". Pero físicamente, la que más necesita el Pilates es "la dama del abanico"
Indudablemente aparece la crítica en cualquier grupo humano.
ResponderEliminarNo tenemos remedio.......Todo un divertimento.
Tu entrada muy ilustrativa.
Un beso.
Es algo inherente a los humanos. Y quien diga que no critica... es un poco mentiroso. Saludos.
EliminarSe nos olvida con facilidad que nosotros también fuimos torpes al principio en cualquier cosa que ahora dominemos, y solemos mirar con suficiencia y cierta chulería y desprecio a los novatos, como si nosotros hubiésemos nacido sabiendo lo que tanto nos costó aprender.
ResponderEliminarNo sé si existirán "gimnasios" de humildad, pero debería haberlos porque creo que todos necesitamos recibir unas cuantas clases para ejercitar ese músculo que, habitualmente, no sabemos dónde está. Tal vez bastaría con tener un poco de memoria, así que a lo mejor deberíamos tomar rabillos de pasa (cuando era pequeño decían que eso era excelente para mantenerla en su punto).
Meteorismo: Qué sabiduría la tuya. Por cierto, ¿Sabes dónde puedo comprar rabillos de pasa?
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