Creo que ya he hablado de este asunto en otra entrada, pero es que me enciendo cada mañana cuando les veo entrar para su "reunión". Mira que hace ya tiempo de aquella entrada titulada Epidemia de reuniones. Pues nada ha cambiado. Todos los días los "jefes" (Director, Subdirectora y Comercial) se encierran en la "guarida", es decir, despacho de Augusto, el director, durante unas ¡dos horas!.
¡La cuarta parte de su jornada laboral la pasan en reuniones de dudosa utilidad! Y mientras, el peso del trabajo exterior recae en las poco valoradas administrativas: Glicinia y yo.
El otro día el comercial, Ángel Bendito, salió un momento del "búnker" para hacer una fotocopia. Glicinia lo abordó.
-Ángel, qué bien que salgas. Este señor -dice dirigiéndose a un hombre que esperaba pacientemente- está muy interesado en que le informes sobre las condiciones y requisitos de los préstamos. Lleva esperando un ratito. ¿Le puedes atender?
Ángel brujuleaba nervioso. Mientras hacía las copias miraba inquieto al despacho de Augusto, que probablemente se impacientaba por su tardanza. Le comentó a mi compañera en un aparte.
-A ver si le puedes dar tú la información, es que tenemos una reunión importante... No me puedo quedar fuera.
Afortunadamente, Glicinia sabía qué responder. Es imposible creer que todos los días, todas sus reuniones sean importantes, más importantes que los clientes de "carne y hueso" que entran en busca de asesoramiento comercial.
-Mira Ángel. Tú, bueno, vosotros, los de ahí dentro -le dijo señalando al despacho- sois los comerciales. Os pagan por ello, ganáis más cuantas más operaciones hagáis con los clientes. Yo tengo mi trabajo, que tú ni sabes ni quieres hacer, ni aprender; y vosotros el vuestro. Tú verás lo que le dices a este hombre. Yo desconozco las condiciones de los préstamos.
Y volvió a su mesa tranquilamente. A veces Glicinia me sorprende con sus arranques. Tenía toda la razón.
Él cliente estaba alejado y no se enteró de este pequeño intercambio de opiniones. Ángel se acercó, le pidió el número de teléfono y le prometió llamarle.
Perdió el papelujo dónde lo anotó y nunca llamó a ese posible cliente desconocido. Y el hombre no creo que vuelva a pisar nuestra oficina. Ni nuestro Banco.
Pero el afán de reuniones "urgentísimas", "importantísimas", "decisivas", no acaba ahí. Ya os he contado que en Banca hay prolongaciones fraudulentas de jornada (no se pagan horas a nadie). Mi sucursal no es una excepción. Estos tres "mosqueteros" de la Banca suelen quedarse todas las tardes ¡para volverse a reunir!
¿Alguien medirá su productividad?
Hay trabajadores,sobre todo los bien remunerados: Leasé los directivos y altos cargos: leasé, de la misma forma
ResponderEliminarpolíticos, que tienen que justificar lo que ganan de alguna forma,y que mejor forma que remolonear en reuniones importántisimas que normalmente no trascienden a nada:ni cambios,ni reformas ni mejoras,ni organización,ni más ventas ni más clientes....
Los de infantería deberíamos limitarnos a hacer bien nuestro trabajo y ellos el que dejan de hacer a causa del disimulo de las reuniones absurdas....¡Bien por Clicinia!
¿Cuándo acabaremos con la "reunitis"? Es el cáncer de la sociedad. Al menos de la española. Estoy completamente de acuerdo con tu opinión.
EliminarMuy simpático el artículo. Saco en conclusión que cuando entramos en una entidad bancaria, no a la fila de ingresar o sarcar "parné" sino a una "mesa" y vamos a la que primero queda libre, no siempre es la persona adecuada para ayudarte o sacarte de dudas, como creemos que tiene que ser, porque cada uno tiene su cometido, y todos no son especialistas en todo. "La señá Glicy for president."
ResponderEliminarSuele haber tan poca gente en las oficinas bancarias que, normalmente, los que tienen mesa sí son los que entienden de hipotecas, depósitos, acciones, etc. Pero a veces en mesas (o en ventanillas) están los que sí saben solucionarte lo que más te importa: transferencias, un recibo que hay que devolver, una tarjeta que no funciona, un cambio de domicilio, pasar la renta, pedir duplicados de fiscalidad, certificados de que se posee una cuenta. No todos los días se va a invertir, ni deseas que te "acosen" con nuevos "productos" ¿A que no? Si este blog no fuera tan "secreto" le contaría a la Glicinia real lo que dices de ella. Je,je,je.
EliminarHay fenómenos extraños que debería estudiar la NASA, o los de "Cuarto milenio". Esas "guaridas" tienen algo de Triángulo de las Bermundas ;D. Abrazos.
ResponderEliminarDesde luego, es el lugar donde los jefes se "pierden". Saludos.
EliminarNo sé si otra cosa harán los jefes, jefecillos y "jefones", pero lo de la productividad les encanta medirlo, mal, eso sí, pero la miden o, por lo menos, esas cifras circulan con liberalidad por los medios de comunicación. A cada rato oigo en la tele o la radio que la productividad crece o decrece (más bien lo segundo). Supongo que harán la única medición posible: beneficios/coste de producción, o algo así.
ResponderEliminarEl caso es que, cuando la productividad decrece, en lugar de poner a hacer cosas productivas a los que no hacen nada más que el tonto de reunión en reunión, convocan más "meetings" para ver si en alguno de ellos hay alguien que sepa como enderezar la cosa. Pero como nadie de los convocados sabe realmente en qué consiste lo que produce su empresa o de los entresijos del servicio que da, esos encuentros son baldíos. En el mejor de los casos toman la elaboradísima decisión de que hace falta más "implicación" de los "trabajadores y trabajadoras" con la empresa. Eso, para los que no hayan recibido cursos de lenguaje "lideral", significa que hay que trabajar más horas. Lo que no saben especificar es haciendo qué.
¡Qué bueno! Lo de la "implicación" es común. Tú trabaja más, implícate...que te pagaremos lo mismo. Un abrazo.
EliminarVeo que pertenecéis a un "batallón" con tres mandos y dos soldados -que sois vosotras, claro- Muy propio de estos teritorios. Se me ocurre que cuando entre alguna persona con algo especial y esté el conciliábulo en acción, podíais decirle " Lo sentimos pero la "cúpula" está reunida y en este momento desconocemos las nuevas directrices que emanarán de la misma, en orden a la mejor atencion y eficacia que debemos dispensarle nosotras dos. Repro.
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