Estos días, con tanta noticia sobre Venezuela y sobre la muerte de Chávez,
he recordado a un cliente venezolano que, hace unas tres semanas, me comentó
que iba a pasar unos días a su país con su mujer, española, y sus hijos, para
visitar a la familia de allá, a la que apenas conocían los niños.
A todos les apetecía ir, pero tenían miedo a la inseguridad del país.
Llegarían al aeropuerto y, en taxi, se desplazarían a la casa de sus padres y
de allí no se moverían en toda la semana.
El barrio en que vive su familia tiene verjas en las calles de acceso y
vigilantes jurados que van armados, no con una simple porra, como muchos de los
de España, sino con armas de fuego. Aun así, un tío suyo fue asesinado y otros
familiares padecieron secuestros “exprés” siendo luego liberados mediante el
correspondiente pago.
Se podría pensar que eso les pasó por ser muy ricos, pero pertenecen a una
clase media acomodada. A su hermana, médico, la llamaron un día para exigirle
un rápido depósito de dinero porque habían secuestrado a sus hijos. Era
mentira, los niños ese día estaban con ella y no habían ido a clase. Pero es
frecuente fingir falsos secuestros para que la gente, angustiada, pague
rápidamente, antes incluso de saber si hay secuestro real.
Me decía que lo triste es que es muy difícil solucionar esto en un país en
que los propios policías suelen estar implicados en estos delitos y dónde se
comercia sin escrúpulos con cualquier base de datos en teoría confidencial.
Mucha gente ni siquiera hace obras ni arreglos en su casa, aunque puedan
pagarlos, porque no se fían de personas “desconocidas”, no vayan a convertirse
luego en extorsionadores y aprovechen los conocimientos obtenidos en la
intimidad de una vivienda en obras.
En Venezuela hay dinero, me decía. Su familia no vive mal. Pero hay ciertos
intereses desde el gobierno de la nación en fomentar la inseguridad y en que determinadas personas se sientan
impunes.
Todo esto me lo contaba antes de marchar, cuando Chávez, aún estaba vivo (o
eso decían). Tengo ganas de volver a
verle y que me cuente cómo ve el futuro, ahora que Chávez está bien muerto.
Yo también conozco a una chica venezolana que me ha contado unas cosas también...una que me llamó mucho la atención es que me comentó que cada persona puede poner una determinada cantidad de gasolina al coche y que en los controles de carretera te revisan la gasolina y si llevas de más te la quitan tranquilamente...ojalá todo cambie ahora, aunque no tengo mucha esperanza, la verdad, seguro que este hombre se lo ha dejado todo bien atadito antes de irse, a saber!
ResponderEliminar¡Besos!