He trabajado en la misma sucursal bancaria durante 31 años. Algo raro en estos tiempos que corren. He pertenecido a un tipo de empleados que ya no existen. Llevo un año fuera del banco y estoy feliz. Pero me da pereza cambiar el nombre de este blog que empecé en el año 2011 y que es ya para mí un almacén de recuerdos y anécdotas. Seguiré detrás de mi ventanilla.
martes, 15 de enero de 2013
Amigas
Se van perdiendo amistades con el paso del tiempo. Cada año reviso la agenda de teléfonos y, si hiciera limpieza en la de casa, como hago en la del trabajo, me quedaría con tres hojas de direcciones y teléfonos. Podría borrar todas las demás. Y no pasaría nada. No es culpa de nadie. Hay muchas ocupaciones. Una se casa. Otros se casan.Tienes una casa. Vienen los hijos. Falta tiempo, tiempo para verse, tiempo simplemente para llamar por teléfono. Las distancias en las grandes ciudades son grandes y, si además, en ocasiones, los niños de una no congenian con los niños de otros, se van espaciando las visitas.
Un buen día ves en la agenda nombres casi olvidados. Querrías llamar pero no te atreves. Ha pasado tanto tiempo. ¿Y si la "amiga" responde, como le pasó una vez a mi hermana, "¿para qué me llamas?", y te quedas cortada?
Todo esto es para deciros lo mucho que valoro a mi amiga del colegio que, por suerte, trabaja cerca de mi oficina. Hicimos juntas la EGB. Éramos niñas buenas y aplicadas, un poco torpes en los juegos de equipo. Hacíamos partidillos de balón prisionero en primavera, en unos campos cercanos a un cementerio a dónde nos llevaban los profesores, y nuestros equipos siempre quedaban en los últimos puestos. Muchas tardes nos juntábamos para hacer los deberes. Recuerdo que su madre nos ponía bocadillos que me parecían gigantescos. Yo antes, ella después, las dos abandonamos ese barrio de nuestra infancia. El colegio dónde estudiamos, pequeño y sin instalaciones deportivas, quedó lejos, cada vez más olvidado.
Ha pasado mucho tiempo. El contacto se ha mantenido más o menos frecuente y, ahora, es una alegría el ratito en que las dos nos podemos escapar de nuestras tareas laborales y juntarnos a tomar un café. El café es lo de menos. Lo mejor es la charla, el ponernos al día de nuestros hijos, nuestros trabajos, nuestras preocupaciones y alegrías. Poder criticar un poco a nuestros maridos; es que los maridos tienen tantas similitudes... Nos olvidamos un poco del trabajo y relativizamos los agobios del día a día con unas cuantas risas.
Han pasado muchos años desde que acabamos juntas ese curso, octavo de E.G.B. Mi padre siempre me dice que le dé muchos recuerdos cuando le digo que suelo verla cada semana. Se acuerda de ella y siempre sentencia: "Qué buena chica tu amiga ...."
¡Que podamos seguir riéndonos juntas muchos años, amiga!
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Yo tengo las mismas amigas desde el colegio y ¡son las mejores! No las cambio por nada.
ResponderEliminar¡Un beso!