martes, 11 de septiembre de 2012

Elegancia

En mi lugar de trabajo somos varias chicas. Lo de chicas...es un poco presuntuoso por mi parte. Sobre todo por mi parte, que soy la más añosa. Pero me creo lo de chicas porque mi encantadora clientela, compuesta de muchos viejecitos, me sigue llamando "niña" y me recuerda de vez en cuando que me conoció, hace ya muchos años, embarazada de mi primer niño. La conversación suele acabar con esa frase tan tópica de: "Cuántos años han pasado y...parece que fue ayer"

Somos varias "chicas" y cada una vestimos como queremos y a nuestra manera, sin ninguna imposición por parte de "la empresa". Los únicos que reciben imposiciones -para ponerse corbata- son los "chicos", que superan la cincuentena.

La verdad es que no hablamos mucho de trapitos, pero yo ya he catalogado a mis compañeras de "estilosas". Consultan blogs de moda, conocen a los modistas de la pasarela Cibeles, saben dónde se encuentran las tiendas más novedosas. A veces mencionan alguna y suelto algo así como: "¿Qué? ¿Dónde está eso? ¿Qué venden ahí?" Y me responden, como si yo fuera una niña que todavía tiene mucho que aprender: "Ah, ¿pero de verdad no conoces la tienda "Estilísimo"? No me puedo creer que seas de esta ciudad, es imposible no haber ido nunca a "Glamour de la France"

Los bolsos de una de ellas pesan muchísimo -incluso vacíos- y son de piel auténtica. Cuando lleva zapatos de tacón no puede alejarse mucho de la sucursal para tomar café porque le cuesta andar. Por los zapatos y por cierto sobrepeso.

-¿Vienes a tomar algo a "Cafetín azucarado", Lupe?


-Uff...¡Pero qué dices! Está muy lejos y hoy tengo los pies molidos. Ahí, otro día que traiga manoletinas. Vamos mejor a "Lita"-dice mientras coge su bolso de Loewe y yo intento que pase despercibido el mío de polipiel.

Yo, cuando veo que traen algo mono y que me gusta, o que les sienta bien, se lo digo. A los chicos nunca les digo nada porque todos sus trajes me parecen iguales. Pero, qué triste es decirlo, ellas jamás han hecho ninguna mención a mis atuendos. Un día fui muy guapa con un "foulard" verde turquesa y les pregunté directamente, mientras lo extendía y les hacía ver su calidad.





-¿Qué os parece?

-Pues está bastante bien -respondió la "Loewe"

 Y entonces...creo que lo estropeé.

-Me lo regaló mi marido en agosto. ¡Un euro, sólo le costó un euro en "Claire's", y eso que marcaba 18!

Creo que pensó que cómo puedo seguir tan enamorada de un marido que me regala prendas de un euro y, encima, me dice el precio. (Maridito, sabes que te quiero, con o sin regalos)

Pero hoy, estoy feliz. Esta mañana ha venido un buen hombre a la sucursal a hacer algunos ingresos y me ha dicho:

-Mire, le voy a decir una cosa, y disculpe el atrevimiento. He venido a esta sucursal dos veces y las dos veces la he visto con mucha elegancia en el vestir.

Le he dado las gracias, por supuesto. Y he pensado que cuánto partido le estoy sacando a mi vestidito de Sfera del año pasado, porque ya son varias las personas que me han elogiado  cuando lo he llevado puesto. Al portero de al lado del trabajo no le cuento, porque cualquier mujer conocida que pase por delante de su portal es alabada -con educación eso sí-  mirada de arriba a a abajo, y seguida visualmente durante veinte metros.

Creo que mi alegría de hoy quedará entre vosotros y yo. No se lo contaré a mis hijos porque sé lo que me dirán.

-Pero mamá, los únicos que te dicen qué guapa estás son los viejos.

En fin, cosas de los jóvenes.

1 comentario:

  1. Yo cuando voy a un banco me fijo más en cómo son las chicas de amables, Lo guapas que son y los encantos que puedan mostrar sus vestidos. Hay señoras incluso de madura o madurilla en cuya mesa me gustaría abrir una cartilla de cien mil euros. Volver al día siguiente y decirla: Pero qué vestido már armonioso y cómo realza su natural belleza, madame.

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