Hace unos días disfruté de un día familiar con paella, piscinita redonda, pequeña y muy calentita, y muchos sobrinos.
Uno de ellos, Jaime, le decía a otro:
-Pues a lo mejor si te hubieras venido a la playa conmigo, ese día no habrías estado en la piscina y no te habrías roto el brazo.
Alejandro, de siete años, tuvo una caída y tiene escayolado el brazo derecho.
-Ya, pero tengo que dar gracias de haberme roto el brazo. Hubiera sido peor haberme roto la cabeza- le respondió.
Luego, ante la preocupación de su primo por algunos asuntos, Alejandro le aconsejaba.
-Jaime, así te preocupas dos veces. Ahora, y cuando llegue el día. Y si ahora te preocupas mucho y luego las cosas salen bien, es una tontería preocuparse ya.
Pre-ocuparse es ocuparse de los asuntos antes de tiempo. Cada día tiene su afán. Disfrutemos del presente y ocupémonos de las cosas en el momento oportuno.Y aprendamos, sobre todo ahora que comienza el curso, de mi sobrino, este pequeño filósofo. Escuchemos a los niños, porque sus conversaciones son mucho más interesantes que las que nosotros, engreídos adultos, solemos mantener.
Aprendamos a ver el lado positivo de las cosas, no pensemos que nos rodea la mala suerte.Y disfrutemos de tantas pequeñas cosas que nos rodean.
Qué razón tienen los niños. A mi me encantan por muchas cosas pero una de ellas es esta. Tienen unos razonamientos muy lógicos. El otro día escuché yo a dos crías que tendrían unos 6 años como mucho y me reí muchísimo. Una le decía a la otra que si quería jugar, la otra le decía que estaba un poco cansada a lo queda primera contestó "es verdad, yo también un poco, es que nos hacemos mayores". Zas! Ya me dirás jajaja.
ResponderEliminarBesos!
¡Qué graciosas! Esas ocurrencias duran hasta los nueve años o así. Luego pierden esa frescura. Tu historieta podría salir en la tele, en "El Hormiguero". Pablo Motos cuenta anécdotas infantiles de este tipo.
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