martes, 10 de marzo de 2015

Es tarde para ser sincera

Todos los días, nada más abrir la sucursal, viene el mismo cliente: Tomás Cara Melo. Cada día me siento culpable de no aguantarle y me prometo a mí misma intentar ver en él buenas cualidades. Pero no lo consigo. Así llevo más de dos años y no mejoro.

Tomás suele ser  rápido en sus gestiones, pero cuando ve que detrás no hay nadie, se explaya.

-¡En qué país vivimos! Todo son escándalos, gente que se lleva la pasta, corrupción. ¡No sé dónde vamos a llegar! Y nosotros, los pobres, trabajando y aguantando.

A mí me llevan los demonios, porque Tomás está jubilado y tiene dos hijos en muy buena posición, por más que él se haga el pobre, que es lo que mola, hacerse siempre el pobrecito, por el solo hecho de estar jubilado. Ya les gustaría a un montón de jóvenes tener sueldos de jubilados. 

Está fuera del mercado laboral, pero todos los días va a "trabajar",en negro, a su antigua empresa, un negocio familiar con un patrón de edad avanzada que tiene a Tomás en palmitas, y considera que nada puede funcionar sin él.

Las pocas empleadas de la empresa no le aguantan. Les desbarata los programas informáticos cuando trastea en los ordenadores -si es que no tiene edad, la revolución digital le pilló muy, muy mayor-, les desordena papeles y facturas y luego siempre dice "pío, pío, que yo no he sido" y las acusa de torpes, echándoles la culpa cuando no se encuentra algo, y les cuenta los mismos rollos que a mí, día sí, día no.

Tomás ve la paja ajena de las tarjetas "black", los cursos de formación, los áticos, las herencias en Andorra, en los demás, y no ve la "viguita" de cobrar bajo cuerda un sueldo mensual extra (además de su pensión)  en su propio ojo.

Tomás Cara Melo me regala a diario un caramelo. Todo empezó así:
   
       

-Me caes muy bien, toma un caramelo. Yo es que soy muy goloso y llevo siempre. 

-Muchas gracias Tomás. Me lo guardo para luego, que a estas horas aún no me apetece -le contesté cortésmente.

Guardé el caramelo, no podía imaginar que se convertiría en costumbre.

Al día siguiente comenzó mi mentira.

-Estaba muy rico el caramelo ¿verdad?. Los compro en una tienda de mi barrio. Ese sabor a fresa ácida me encanta -me dijo mi cliente en cuanto se acercó al mostrador.

-Sí sí, muy rico, Tomás -le respondí mientras le cobraba unas cuantas multas de su jefe, que aparca su cochazo dónde le da la gana.

-Pues toma, otro caramelo para que te endulces la mañana.

Así, un día tras otro, he almacenado multitud de caramelos de fresa ácida que reparto a los niños que, de tarde en tarde, aparecen por la sucursal de la mano de sus papás. 

No me gustan los caramelos. En mi familia nadie los toma  Cuando mis niños eran pequeños los paquetes de chuches de los cumpleaños quedaban intactos. Como mucho, mi hija consume gominolas, pero los caramelos duros no los prueba.

                  


Esta mañana, después de guardar el consabido caramelo "para más tarde" -es mi excusa diaria- y pensando en escribir estas reflexiones, he decidido probar por primera vez el caramelo de fresa. Estaba bueno, pero me ha dejado la lengua roja y una sensación pastosa en la boca. Me he ido enseguida al lavabo a cepillarme los dientes. Soy de las que tengo pasta y cepillo en el trabajo. Me aterra tener algún día ese mal olor mezcla de café con leche y aliento de recién levantada.

Queda claro que no me voy a aficionar a los caramelos, pero ya es demasiado tarde para ser sincera con Tomás. ¡Cómo le voy a decir ahora que tras dos años de generosidad, hoy he probado por primera vez uno de sus famosos caramelos de fresa ácida! La falsedad ha llegado tan lejos que piensa que son mis preferidos. Seguiré con la mentira, que piense que su caramelo me endulza las tareas y me mata el gusanillo de la media mañana. ¡Pese a todo lo que le he criticado, me da cada día el caramelo con tanta ilusión

2 comentarios:

  1. Chica, tienes el cielo ganado; ya te lo digo. Por muy buena intención que tenga el señor Cara Melo, hay que disimular muy bien para no hacérselo tragar a la enésima vez. En fin, paciencia. Abrazos.

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  2. Voy a ver si los regalo entre los blogueros amigos, que estoy acumulando muchos. Un abrazo.

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