Mi madre y mi tía son hermanas y viven juntas. El pasado mes de agosto mi tía se rompió la cadera y decidimos contratar una interna que estuviera con las dos, que tienen 86 y 95 años respectivamente.
La muchacha ya era conocida de ambas porque había cuidado a algún anciano en el barrio y aceptó el trabajo encantada. Comenzó en septiembre del pasado año.Como yo soy la que se encarga del pago de su salario y seguridad social (con el dinero de mi tía), me tiene en gran estima y me usa de "interlocutora" con las ancianas cuando quiere conseguir algo.
- Ay señora Zarzamora, mire usted, llevo varias noches sin dormir... No me atrevo a decirle...
Así empezó su discurso en noviembre, dando vueltas, porque quería irse a su país de vacaciones. Yo sospecho que tenía los billetes comprados desde antes de aceptar el trabajo.
La tranquilicé.
-No te preocupes. Tienes derecho a unos días de vacaciones este año 2024 y en 2025 aceptamos que te tomes las vacaciones en enero. Eso sí, el pago de enero te lo hago cuando vuelvas, para asegurarme que vuelves.
-Ay sí, señora Zarzamora, Dios la bendiga. Si quiere busco sustituta para su madre y su tía. Con razón me dice mi mamá que no se me ocurra dejar esta casa.
No ha habido necesidad de sustituta porque mi tía ya se maneja muy bien y mi madre ha estado feliz sin nadie extraño en casa disfrutando de las Navidades con sus hijos y nietos. Mi madre no se adapta a tener una interna. Cuando la visitamos mis hermanos y yo nos cuenta detalles de la interna que le incomodan. Ya nos conocemos todas sus quejas y el kiwi gold ya es motivo de bromas entre todos.
Estas son los comentarios de mi madre que ya nos conocemos todos sus hijos:
-Tiene obsesión con los kiwi gold, esos tan caros. Pero si los quiere que los compre ella. Que yo solo los compro si están de oferta. ¡Vaya precios!
-Yo, con que saque a pasear a tu tía me conformo.
-Es una desordenada y tiene la habitación hecha un desastre. Hoy le he dicho que no limpiara tanto los baños y que arreglara la habitación.
-¡Toma unas cosas más raras! Semillas, infusiones, un huevo cada mañana... Siempre se echa aguacate en cualquier ensalada.
-Mientras vemos la novela ella se encierra en su habitación. Vale, si ya sé que es su rato de descanso, pero no sé qué hace tan encerrada. Imagino que estar con el móvil, que lo lleva a todas partes. A veces la veo limpiando con el cuello torcido sujetando el teléfono de mala manera. Cualquier día se le cae al retrete.
- Yo es que no me aclaro con la vida de esta mujer. Si tenía estudios y una casa con jardín en su país, no entiendo para qué viene a España a vivir peor. Cuanto más me cuenta menos me entero. Es un lío su vida. Bueno, quizá no sea lío pero ella complica todas las explicaciones.
-Se cambia de ropa varias veces al día y tarda muchísimo en arreglarse antes de salir. Arreglarse es un decir, porque a veces sale del baño peor de como entró.
-¿Tú sabes la cantidad de maletas que se lleva a su país de vacaciones? Vino un amigo suyo para llevarla al aeropuerto y tuve que ayudarla a bajar las cosas. Ningún taxi la hubiera admitido. El amigo tuvo que llevar los asientos traseros bajados para poder meter todo el equipaje y ella iba delante, encogida, para que cupiera todo.
Esta es mi madre. A pesar de sus quejas hemos convencido a las dos hermanas de la necesidad de contar con esta ayuda. Reconozco que es egoísmo por parte de los hijos. Estamos mucho más tranquilos sabiendo que hay alguien al tanto si ocurre cualquier percance por la noche, que las puede acompañar al médico, que va con mi tía cada semana a la peluquería, que la acompaña a pasear, a sacar dinero del cajero, que la ayuda en el baño y hace gimnasia con ella.
La interna volvió hace unos días, feliz de volver a su trabajo. Trajo café, chocolate y rosquillas de su país para nosotros. La vi muy contenta de haber visto a su familia después de seis años de ausencia, y muy agradecida porque no le habíamos puesto pegas para su viaje.
Voy a visitar a mi madre y a mi tía con mucha frecuencia y muchas mañanas encuentro a mi madre sola, cocinando. Aprovecha feliz esos momentos de soledad. Si por ella fuera, tendría a la interna y a mi tía paseando todo el día.
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