lunes, 14 de octubre de 2013

Detective Zarzamora



                                         
Habitualmente viene a la sucursal un muchacho que hace numerosas gestiones a compatriotas suyos. Les ahorra viajes y esperas y les cobra un dinerillo por esas tareas. Madruga mucho y va deprisa de aquí para allá. Les hace ingresos, les paga recibos, gestiona trámites ante su embajada...

-Llámame Speedy- me dijo tras las primeras visitas.


Speedy, por supuesto, no tiene ninguna empresa legal, cobra en negro y lo compagina con un subsidio del estado. Pero el hombre ahorra y, de vez en cuando, hace algún viajecito a alguna ciudad española. A mi jefa, Lupe, siempre le cayó mal. Creo que le molesta que habla muy alto, casi tan alto como ella.


Alguna vez me decía muy seguro:


-Me has dado diez euros de menos.


Yo siempre creo que he dado bien las vueltas, pero como errar es humano, nunca tengo seguridad al cien por cien. Y es que a veces es muy fácil caer en actuaciones mecánicas y cualquier interrupción inesperada o cualquier conversación con el cliente puede causar errores al tomar o entregar dinero.


-Mira, si me sobran diez euros en el arqueo final, ya sé que son tuyos- le respondía invariablemente.


Jamás, de las cuatro o cinco veces que aseguraba que le había dado dinero de menos, me sobraron euros. Yo cuadré al céntimo. Esos detalles me hicieron tener un cuidado especial cuando cobraba a Speedy y cuando le daba las vueltas.


Esta mañana le estaba atendiendo y una señora estaba detrás. Parecía un poco aturullada, metía las manos en los bolsillos y llevaba unos documentos en la mano. En un momento dado me pareció oír como un crujido ligero, como si un papel hubiera caído al suelo.


Acabó el "gestor" con sus trámites y se acercó la mujer a la ventanilla. Por el rabillo del ojo me pareció ver que Speedy se agachaba rápidamente antes de acceder a la salida. La mujer "aturullada" empezó a sacar billetes de un bolsillo de la cazadora poco profundo y los dejó en el mostrador. Quería pagar una matrícula.


-Señora, aquí falta dinero- le dije.

-No puede ser- respondió mientras buscaba frenéticamente en todos los bolsillos y no encontraba ningún euro más- He traído el dinero justo. Voy fuera, a ver si lo he dejado en el bolso que está en las taquillas.

Dejé que saliera y, de repente, todo se conectó en mi cabeza: dinero en los bolsillos, sonido de papel al caer, visión fugaz de Speedy agachándose...Revisé la grabación de las cámaras y, aunque la imagen es peor que las de las televisiones de "365 líneas"de hace 25 años, allí se veía al "gestor", rápido, como su apodo, agachándose a coger "algo" y guardándolo en el bolsillo. Era el dinero de la "aturullada", que ya podía llevarlo en una cartera y no en los bolsillos, digo yo.


La buena señora había vuelto a entrar nerviosísima. Claro, el dinero no estaba tampoco en el bolso. Le expliqué la situación y le dije que iba a hacer una llamada, a ver si conseguía que le devolvieran los euros. Afortunadamente, tenía el teléfono del ladronzuelo, que ni siquiera tiene cuenta con nosotros, pero me lo dejó una vez para que le avisara si me sobraban lo diez euros al final de la mañana, y lo anoté en mi agenda.  


-Speedy, soy Zarzamora, del Banco. Ven por aquí y trae los cincuenta euros que has cogido del suelo. Son de la señora que estaba detrás de ti.

-¡Ay mira, si yo pensaba decírtelo!-empieza a mentir descaradamente- pero claro, no voy a preguntar de quién es este dinero porque todo el mundo diría que mío y además hay otro muchacho que me ha dicho que había perdido dinero y yo, pues yo no tengo la seguridad de quien es el dueño.
-Que la dueña es la señora, no le des más vueltas. Lo tenemos registrado en las cámaras de vigilancia. Así que ven cuanto antes.

Incluso me dio un poco de pena ver como él mismo se liaba con sus mentiras. A los diez minutos vino con el dinero. Y ahí estaba Lupe, ya al tanto de toda la historia, que le puso de vuelta y media delante de los seis clientes que había en la cola, gritando ella también, diciendo que si volvía a suceder algo así se reservaba el derecho de admisión, que ella era la jefa y cualquier cosa que se encontrara en el interior de la oficina había que comunicárselo a ella, que quien era él para coger ese dinero. Que encima, tenía la desfachatez de decir que no sabía de quien era cuando solo había una persona en todo el patio de operaciones además de él. 


Lupe tenía toda la razón, pero le faltó elegancia. Speedy, que suele ir a la sucursal varias veces en la mañana, no volvió a aparecer en las horas restantes hasta el cierre. Imagino que volverá  mañana, pero no sé si contrito y avergonzado o chulesco. Lo cierto es que lo que importaba era recuperar el dinero y fui yo la que lo conseguí sin necesidad de alzar la voz. 





6 comentarios:

  1. Madre con speedy, qué peligro tiene. Aunque si lo has pillado una vez, dudo que se arriesgue a repetir fechoría.
    Me encanta el nombre que le pones a tus personajes, el de aturullada es lo más.
    Besos!

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    1. Volvió al día siguiente y dijo que mi jefa le había puesto en evidencia delante del público y que eso no estaba bien. Y creo que tiene razón. En el fondo si no hubiera querido devolver el dinero, pues no lo hace y tampoco hubiéramos podido hacer gran cosa.

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  2. Eso de la cámara fue vital, aunque el sujeto apareciera como una masa informe, o sencillamente fuera mentira.

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    1. Ja, ja. No sé si va con sarcasmo lo de la cámara. Sí que es mala sí, pero ajustas el minuto que quieres ver y a la persona sí que la reconoces. Sólo filma cuerpos reales, no ectoplasmas.

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  3. Bueno Zarzamorina, eso no merma nada tus cualidades detectivescas (no sé si se dice así). Es más, los investigadores emplean con frecuencia métodos poco ortodoxos éticamente, para sacar una verdad de una mentira.

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    1. Gracias, me pensaré lo de cambiar de sector si siguen reduciendo personal en la Banca. Yo, por edad, ya voy camino de ser una "miss Marple", Un abrazo.

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