domingo, 16 de julio de 2023

Conversaciones ajenas

 Ya estoy disfrutando de unos días de descanso -bueno, ahora todos mis días son de descanso- en la playa.

Esta mañana me secaba en la toalla bajo un cielo nublado y cerca de mí se han instalado dos señores cuarentones. Uno, español. El otro hablaba ese perfecto español con acento que ponen los dobladores de series a los espías británicos.

Reconozco que me encanta escuchar conversaciones ajenas en la playa. En especial cuando estoy en ese estado de leve sopor mañanero que me entra después de un buen baño en el Cantábrico y posterior posición horizontal en la toalla.

-Ayer fue el día más caluroso en el mundo desde que se tienen registros- decía el "espía"- Nada menos que 17 grados de media. Si tenemos en cuenta que la mitad del mundo está en invierno es una barbaridad.

El otro asentía. El extranjero mostraba lo ecológico y buen ciudadano que era.

-La solución está en la progresiva eliminación del coche particular. Yo procuro desplazarme en bicicleta, a pie o con transporte público. Y no diré que soy vegano, pero casi. Sí que tomo pescado. Alguna vez cae una barbacoa, pero reconozco que no son nada buenas para el medio ambiente.

Imagino que pensaba en la carne de las barbacoas, no en el peligro de incendio por chispas juguetonas. Yo creo que las vacas hacen un gran servicio en los montes. Los tienen bien limpios y libres de hierbajos que pueden propagar el fuego. Pero hay quien dice que sus pedos son muy muy contaminantes.

Ya iban camino de la orilla a zambullirse cuando el español le pregunta.

-¿Cuando coges el avión a Canadá?

Me quedé loca. Como tantos ecologistas "buenistas" de bicicleta y carne artificial, éste tampoco tenía remordimientos en coger aviones de larga distancia. Tuve la sensación de que lo hacía a menudo.

Voy a hacer barbacoas y a decir a mi marido que use más el coche. El tren se está poniendo por las nubes, no hay precios fijos en los viajes y el servicio de Renfe es cada vez peor. Hace más de cuatro años que no cojo un avión. Puedo hacer todo esto y más hasta que llegue a los niveles contaminantes del vecino playero que viaja en avión sin remordimiento a lo largo y ancho de este mundo.

Empiezo a estar un poco harta de todos estos salvadores planetarios.

1 comentario:

  1. Cuando me pongo a pensar en todo esto, al final acabo diciendo "que sea lo que tenga que ser" aunque sea lo más cómodo. Ahí están los predicadores mesiánicos desde las altas esferas mediáticas e informaticas que por encima de todo son muy millonarios como diría una familiar. Supongo que serán conscientes de su propia hipocresía y fariseísmo. Mientras algún grupo amenaza en la calle con una revista, éstos lo hacen poniendo una ranita en millones de productos, por ejemplo. Tierra trágame.

    ResponderEliminar