viernes, 4 de mayo de 2018

Adiós Augusto

No sé qué va a ser de este blog de ahora en adelante. Quizá los lectores disminuyan de forma drástica. Sé que el director de mi oficina, Augusto, tenía un gran tirón. Sus enfados, sus absurdas reuniones, algún que otro "tic" ligeramente machista... y, por supuesto, el hecho de que yo cada vez le aguantaba menos, ayudaban a la creación del personaje peculiar que siempre deparaba sorpresas.

Llevo un mes sin Augusto. Un buen día le llamaron de Recursos Humanos y él se inquietó un poco. Pensó en un posible traslado y, a su edad, aunque no nos considerara sus empleados perfectos, la incertidumbre de encontrarse a elementos desconocidos en una nueva oficina, le alteraba.

La llamada fue imperativa.

-Augusto, ven a Recursos Humanos de inmediato. Deja lo que estés haciendo y cancela las visitas. 

No tuvo que cancelar visitas porque nunca tuvo muchas. Siempre le visitaban los mismos clientes a los que hacía la pelota descaradamente y que no eran los más merecedores de tanto servilismo.

En fin, allá que se fue Augusto echando el bofe. Los malos momentos hay que pasarlos cuanto antes.

Volvió a las dos horas con un papel firmado en que aceptaba su prejubilación. Es cierto que él ansiaba ese momento, pero yo no le veía preparado mentalmente para ello. Demasiado apegado al trabajo, carente de aficiones, yo me pregunto ahora, como en aquella canción de Perales : ¿A qué dedica el tiempo libre?

Augusto vio el peligro de negarse: Traslados a oficinas lejanas, defenestración fulminante a puestos de menor relieve. Cuando en el Banco te dicen "vete", es mejor no resisitirse porque suelen hacer imposible la vida laboral al que ha osado rebelarse.

Tal y como estaban las cosas -presiones excesivas, objetivos imposibles de cumplir, oficina vieja, sin reformar, dejada de la mano de Dios-  Augusto firmó y se preparó para traspasar los poderes a su sustituto.

Lupe no se lo creía.

-Ay, Zarzamora, tengo un buen pálpito. No sé cómo será el nuevo, pero mejor que Augusto, seguro.



Yo no sabía entonces que ya sabía muchas cosas del nuevo. 

En mis charlas de metro con una vecina y colega que trabaja en otra oficina, ambas despellejábamos a nuestros directores y poníamos a caldo a algunos compañeros.

Amalia me llamó esa misma mañana.

-¿Qué pasa? ¿Qué me tienes qué contar de tu director?

Yo, dudaba, porque se suponía que todo era secreto, muy reciente, y que Augusto lo iría comunicando a su ritmo.

-¿Por qué me preguntas? ¿Tú sabes algo? -le contesté.

-Venga, que puedes hablar sin problemas. Atenta. ¡Es mi director el que va a tu oficina, porque aquí viene otro! Mira, por lo que hemos hablado tú y yo tantas veces, creo que vas a salir ganado. Roque no se cambia mucho de traje y suele enfermar cada dos meses pero no necesita tantos secretarios como el tuyo y sus reuniones son rápidas.

En Banca es muy habitual mover a varias personas para colocar a alguien muy concreto en un determinado puesto.

Roque Ronco Coca, el sustituto de Augusto,  más joven que él, salía de una sucursal muy buena para venir a la nuestra, objetivamente de menor categoría, pero no tan horrible como le dejó caer Augusto en la semana que estuvieron juntos.

Antes de irse, cada director tuvo que evaluar a sus subordinados. Siempre toca hacerlo en marzo.

Roque puso buena nota a todos.

-Yo puse un sobresaliente a mis empleados,aunque era consciente de que algunos no se merecían tanto. Ya que me voy, voy a dejarles un buen recuerdo. Evaluar bien o mal supone unos pocos euros de diferencia. ¿Para qué irme fastidiando a mi plantilla?

Esto nos ha contado el nuevo, ya en ausencia de Augusto, cuando ha cogido confianza y ha visto que no somos tan malísimos como el otro le hacía creer.

Augusto, en cambio,suspendió a Lupe y a Claudio Bobo. A mí no, porque no pudo. Mi evaluación depende de Lupe, no de él

Mis compañeros se enteraron de esto cuando ya habíamos preparado su comida de despedida y habíamos elegido el reloj -caro- que le íbamos a regalar.

Os dejo con la intriga y prometo continuar el serial sin demasiada demora.

4 comentarios:

  1. Espero que la ausencia de tu jefe no deje de proponernos buenas historias de oficina bancaria.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El nuevo también tiene su punto. Dadme tiempo. Un abrazo.

      Eliminar
  2. hola! sigue, sigue, por favooor!!! gracias y un enorme abrazotebuho, que lindo escribes!!!!!!

    ResponderEliminar
  3. visistanos que te extrañamos y bye, bye, augusto!!!!

    ResponderEliminar