miércoles, 26 de marzo de 2014

Errores

"La experiencia es lo que te lleva a cometer errores nuevos en lugar de los errores de siempre"

No soy original. Acabo de copiar una frase de un calendario de sobremesa temático sobre "La ley de Murphy" que tengo frente a mí. Y es que me viene al pelo la frase porque últimamente, tanto mi compañera Glicinia como yo, siempre nos estrellamos y nos equivocamos cuando Augusto, el director, nos encarga algo. Estamos entrando en un bucle maléfico. Es un jefe tan pejiguero, tan latoso, tan machacón, que genera inseguridad en los subordinados. Intentamos hacerlo todo tan bien, que no nos relajamos y cometemos errores.

Ley de Murphy de la termodinámica: "Todo empeora si se somete a elevadas presiones"

Esta mañana Lupe, otra jefa, pero menos jefa que Augusto, nos repetía entre risas lo que le había comentado en la reunión mañanera:

-Lo debe dar el puesto. Estas chicas no hacen más que equivocarse. La una porque no se entera y la otra porque no se quiere enterar... no hacen nada a derechas.

Es a mí a la que concede ese punto de rebeldía de no quererme enterar.

El lunes, el saludo de mi director fue así:

-Zarzamora, el viernes te dejaste la radio encendida al marcharte. Menos mal que aquí está tu director, que se va mucho después que tú -eso que quede claro, por supuesto, él siempre trabaja más y se va de la oficina muchísimo más tarde que el resto de los empleados- para desconectarla. ¡Y que seas tú la que me apaga la luz del despacho cuando no estoy!

¿Se parece a mi jefe?  ¿Es cara de bueno, de malo, o de pillín?


Lo de la luz del despacho también lo debe dar el puesto, es un absurdo que perpetúan todos los directores que he conocido. Ya sabéis que los directores extienden mucho su jornada.

"Un proyecto de trabajo se expande hasta llenar todo el tiempo disponible"

Cuando se van a comer, normalmente con otros colegas con los que luego disfrutan de largas sobremesas, dejan su despacho con luz por si pasara algún directivo de alto rango por la calle, para que piense que en esa oficina se trabaja duro y a todas horas. Sé que os puede parecer absurdo, pero de verdad que no lo invento ni le añado literatura, tristemente he tenido jefes con más miedo a los que están por encima, que el que yo pasé en mi examen de Selectividad.

Otro de los temores que nos acechan a Glicinia y a mí es no encontrar los expedientes, pólizas, justificantes de cualquier tipo que nos pide Augusto con cierta frecuencia, sin que nunca nos indique el porqué de tanta urgencia.

A veces llegamos monísimas al trabajo, con un vestidito delicado, una chaquetita en tonos claros, las manos suaves y oliendo a crema con aroma tropical, un collar largo y vistoso... Pues ese día nos toca bajar a los sótanos helados, a buscar cajas polvorientas de hace tres años... o más. Acabamos con las manos negras y ásperas, las cuentas del collar cayendo en sonora cascada al suelo por culpa de los múltiples enganchones con las carpetas, la chaqueta llena de churretes grises. Y lo que es peor, en la carpeta del "día D, del año X" no aparece lo que nos piden. ¡A ver cómo se lo decimos al jefe!

Observación de Oién: "El procedimiento más rápido para encontrar algo consiste en buscar otra cosa"

O en no buscarla, agregaría yo. A veces los documentos tan necesarios aparecen en la mesa del propio Augusto, que ya los había pedido dos o tres meses antes. Otras veces no aparecen nunca y no pasa nada. En realidad sí pasa: las dos pringadillas tenemos que soportar el dedo acusador del director y sus comentarios.

-Parece mentira, es que nunca he visto nada igual en ninguna de las sucursales dónde he estado. ¡Pero como se archivaba aquí! No se encuentra nada de lo antiguo. Ni de lo nuevo, porque esto sí es responsabilidad vuestra. -nos dice mirándonos por encima de las gafas con reprobación.

Si nos intentamos justificar diciendo que archivamos todo los que nos entregan, pero no puede estar archivado lo que nunca hemos recibido, bien porque está a falta de firma, porque lo tienen otros compañeros, porque se sacó y no se restituyó a su lugar...nos manda callar diciendo que no admite excusas.

La suerte es que Augusto es como un niño. Se enfada pero luego se le pasa la rabieta.

Hace un par de días me equivoqué al transferir un dinero de un cliente especialmente amigo de mi jefe. Fue uno de estos bailes numéricos, en lugar de teclear 1.620, pulsé 1.260. Tuvo fácil solución y el cliente recibió mis disculpas y no se enfadó lo más mínimo. Pero fue Augusto el que detectó el error y ya me enfiló para toda la semana.

Esta mañana me llama con urgencia porque había recibido un correo de la secretaria de un cliente que estaba "muy enfadado"

-Zarzamora, ¿sabes algo de la reclamación del señor Armando Guerra? -me pregunta mientras agita inquieto el correo eléctrónico. Las palabras enfadado y reclamación le sumen en una alteración total. En estos casos siempre busca un culpable, y sospechaba que iba a ser yo.

-Sí, ayer hablé con su secretaria y contesté por correo electrónico al señor Guerra aclarándole todo. Espera, que saco todos los papeles.

-Hemos hecho una transferencia a Suiza y el cliente la ha recibido devuelta. No sé qué le habrás dicho pero, desde luego, algo hemos hecho mal -Como veis no me daba ni el beneficio de la duda, nuevamente su dedo acusador estaba sobre mí.

Saqué los datos de la transferencia enviada y de la devolución.

-Mira, Augusto, ni siquiera hemos hecho nosotros el pago. Lo ha hecho el cliente por Internet, desde su casa. El Banco suizo lo devuelve indicando que se pongan en contacto ordenante y beneficiario, pero no da más datos.

Lo fácil era que Guerra pusiera un correo al suizo pidiéndole que le aclarara los datos por si había algún error. Puede que esa cuenta ya no existiera, o que el nombre del titular variara mínimamente. En el extranjero son muy meticulosos con esas cosas, y si se envía un pago a nombre de Pepe Lata y el nombre registrado es José Lata, se devuelve el dinero, con gastos de devolución, por supuesto, si no se pertenece a la zona Euro, como es el caso de Suiza.

-No, no no. El cliente necesita más explicaciones. Ponte en contacto con el Departamento de Extranjero. Ellos sabrán más.

Sí, sabían un poco más. En alemán habían recibido un mensaje entre Bancos que decía "beneficiario desconocido" Le pese a Augusto, le pese al cliente, o se aclaran entre ordenante y beneficiario o yo poco más puedo hacer en este asunto.

Y como colofón, para que todos lo tengamos presente y aceptemos nuestros errores.

Ley de Morris: "Ante sí mismo cualquiera reconoce que se equivoca, la prueba de fuego es reconocerlo ante los demás"






9 comentarios:

  1. Si es que no es justo, todos los jefes son iguales! Aunque supongo que por eso son jefes. Me hace gracia que todos recuerden las miles de horas que hacen en el trabajo pero nunca se acuerdan de que su sueldo es 10 veces el de sus empleados, leche! Que se lo ganen, no? Y lo que más odio es lo de que no reconozcan que se han equivocado, buff, se me llevannlos demonios jaja.
    besos

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    1. Sí, sí de la diferencia de sueldo nunca hablan. Y parece que se molestan si insinúas algo sobre ese asunto. Un abrazo.

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  2. Acabas de describir el día a día de mi antiguo trabajo. No, no trabajaba en un banco, pero da igual: el jefe sieeeempre tenía razón, yo, sieeeeeempre me equivocaba, y tooooooodos eramos sieeeeempre unos ineptos. En fin, lo mejor es verlo como tú, con humor y con fotos de "sátiros" de piedra, ;D. Abrazos.

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    1. Estoy viendo que lo mejor es decir a todo que sí y no discutir. Yo, mientras salga a mi hora... ¡Qué consuelo saber que esto pasa en tantos sitios! ¡Y qué pena! Un abrazo.

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  3. Leí no sé dónde que los jefes son como las estanterías, cuanto más altas menos útiles son. Añado yo, y si no son útiles mejor que estén arriba. Al menos no molestan.

    Una forma muy antigua de que un jefe se vaya a a .. tomar viento -qué lapsus- es ascenderle. Él, contento y los que quedan más. También está, que cambie oficina o departamento, pero la experiencia acaba confirmando eso de que -más vale…

    Como veo que has cogido el gusto por esas sentencias atribuidas al pobre Murphy, te diré que siempre me han gustado a mí también, porque la verdad es que no dejan de ser graciosas por lo realistas que son. También leí el origen de todo esto, que en realidad es una sola frase que debió pronunciar y quedó sintetizada en “Si algo puede salir mal, saldrá mal”. Pero que no es así como él la dijo en 1949 ni mucho menos. Hay una que dice algo así “Después de mirar y remirar un email cuando das a –enviar- te das cuenta que has cometido una falta garrafal. Pues eso me ocurre casi siempre a mí. Bueno me largo..

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    1. ¡Qué bueno lo de las estanterías! Lo tendré en cuenta para decírselo a los amigos y reírnos un rato. Y lo del error garrafal en tus correos va pasando a la historia. Hay otra ley, no sé si de Murphy o de quien, que dice que todos ascendemos hasta nuestro nivel de incompetencia. Besos

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  4. Uno de los cometidos primordiales de todo jefe que se precie es incordiar a sus empleados con la cantinela de lo mucho que se desvive por ellos trabajando lo indecible por su bien estar.........
    Muchas veces los jefes llegan a serlo gracias a los sacrificios de los subordinados que curran como Dios manda,ellos se aprovechan con inusitada perspicacia y alevosía para arrogarse méritos ajenos y llenarse la pechera y el historial de medallas.
    ¡En fin! con humor nos lo tomamos como sufridos españolitos que somos.

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    1. Tienes razón. Casi todos los jefes tienen un punto de presunción. Pero, para ser justos, publicaré algo acerca de ciertos compañeros que he tenido...que hubieran merecido un buen recorte de salario. ¡Gracias por tu comentario! Un abrazo.

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  5. Hoy en día el mundo laboral es terrible, la competencia es tan tremenda que todos, jefes, compañeros y hasta el ultimo mono, tienen tanto miedo perder su puesto de trabajo que no se a que extremo llegarían por conservarlo, yo he visto situaciones tremendas, en fin... a ver si mejora la economía y esto se arregla aunque sea un poco.
    Besos,

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