sábado, 30 de noviembre de 2013

Desplome de las temperaturas.

Sí, desplome, caída, bajada, alertas naranjas o amarillas... En fin, vaya semanita con las dichosas noticias y comentarios (siempre tan socorridos) sobre el tiempo.
Yo lo siento por el barrendero, el cartero, el empleado en una obra, el agente de movilidad... Es duro trabajar en la calle con mucho frío y, casi peor, con mucho calor. Pero yo, cómodamente instalada en mi trabajo entre cuatro paredes, y con un techo, no tengo ningún derecho a lamentarme del frío que hace.



Pero tengo unos compañeros de trabajo que no sé lo que harían si tuvieran que trabajar en la calle. Pedirían una baja indefinida por incapacidad de aguantar el frío. Llegan a la sucursal en coche. Se ahorran el paseíto de casa al metro y, luego, del metro a la oficina, paseíto que yo hago a diario y que soporto sin problemas aunque haga frío. Total, agregas una bufanda y unos guantes y parece que el frío es menor.

Ellos llegan de puerta a puerta, imagino que  con la calefacción del coche a tope. Y en cuanto entran en la oficina comienzan a frotarse los brazos ateridos de frío y encienden sin control todos los aires calientes del recinto. Hacen un mundo de ir hasta el cuarto de baño. Alguna hasta se pone el abrigo. Cualquier día se pone los pañales del abuelo para evitar que una corriente le azote el culo al bajarse las bragas. 

Augusto, el director, se encierra en su despacho y cierra la puerta a cal y canto para que no se escape el calor. Eso nos beneficia a todos porque así, ante el temor de enfriarse, sale menos a dar el latazo. Otra compañera, no contenta con la calefacción general, se ha llevado un aparatito de aire caliente que pone bajo la mesa, en el máximo nivel, apuntando directamente a sus michelines abdominales. ¡Y yo que pensaba que cuanta más grasa más resistencia al frío! Esta teoría no es válida en el caso de Lupe. 

En fin, que hace mucho frío fuera, pero dentro, la sucursal es un horno y eso genera discusiones sin fin, casi más que la elección de vacaciones. Y es que vacaciones y temperatura son las discusiones recurrentes en cualquier lugar de trabajo.

Yo he cambiado mi forma de vestir. Ni se me ocurre llevar un jersey de cuello alto, Tengo que llevar blusas, vestiditos, y, encima, chaquetas o rebecas que me pueda quitar con facilidad. Tengo que llevar capas, como la cebolla, para írmelas quitando progresivamente según suba la temperatura de esa caldera de Pedro Botero en que se convierte mi oficina cuando se "desploman" las temperaturas en el exterior.

Aprovecho cuando las compañeras (que son las peores) salen, para apagar calefacciones. A veces vuelven del desayuno con nuevas caloría incorporadas a sus cuerpos serranos y no lo notan. Otras veces lo notan cuando ven el aparato apagado. Vamos, que es psicológico. No tienen frío, pero como ven el climatizador apagado, empiezan a quejarse.

-¡Zarzamora! ¿Por qué has apagado la calefacción?
- Porque hace un calor de muerte y ya no me puedo quitar más ropa.
-Eres una exagerada, eres la única en la oficina que tiene calor, la única. Seguramente el problema sea tuyo.
-Los clientes también se quejan. Les golpean aires calientes por todas partes.-le contesto.

En ese momento un cliente conocido entra en la conversación y me apoya.
-Sí, sí, tiene razón Zarzamora. Aquí hace siempre mucho calor.
-Claro, porque vosotros venís de fuera y con toda la ropa puesta. Es normal que tengáis calor.-Lupe, como es jefecilla, siempre tiene que tener la última palabra e imponer su voluntad.

El viernes me llevé un termómetro digital que me dejó mi marido a la oficina. A él le chiflan los termómetros y las noticias del tiempo. Yo le pregunto a él para saber si tengo que coger el paraguas o no.

A los quince minutos de llegar al trabajo se puso en 22º, pero rápidamente se situó en 24,5º, que me parece bastante exagerado para estar en invierno. Sinceramente, no es normal que yo tenga que trabajar en tirantes en el mes de noviembre. Sé que hay leyes que regulan esto, que no se puede pasar de 20 ó 21 grados en determinados recintos, pero no sé si conseguiré algo esgrimiendo la legalidad.

A las frioleras de mis compañeras les da igual ver los 24º. Ellas siguen diciendo que tienen frío y son felices con las ráfagas extras de aire caliente de su calefactor, apuntando directas a sus partes íntimas. Son unas auténticas "caldosas", como decimos en mi familia.





8 comentarios:

  1. Ay como te entiendo. Yo trabajo en un hospital y pasa o mismo. Cuando empecé a trabajar allí pequé de llevarme un día un jersey de cuello alto al trabajo...casi muero asfixiada. Ponen el aire caliente de manera que hace casi más calor que verano, es horrible. Y lo que dices, yo casi llevo la misma ropa que en verano pero con una rebeca y un buen abrigo encima que me pueda quitar luego al llegar. Así nos ponemos luego de malitos y constipados. Está bien que intentes no pasar frío en el trabajo, pero un punto medio por dios! Que al fin y al cabo el invierno es invierno por eso, porque hace frío, que es lo normal. A veces pienso que en realidad es que la cuestión es quejarse.
    Besos!

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    1. ¡Qué cruz tengo con estos compañeros tan frioleros! Y como además son los jefes, parece que su sensación térmica es la que vale. Me consuela un poco no ser la única con estos problemas. Un abrazo.

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  2. No sé que tendrá que ver con esto, pero las castañas calentitas en invierno, están muy ricas.

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    1. Pues igual le llevo a mi jefa unas castañas calientes y una mantita eléctrica. A lo mejor se le va disolviendo la grasa con tanto calor. Un abrazo.

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  3. Para los interesados en estas cuestiones os contaré una curiosidad: Trabajo en un Centro Oficial, una administración de las que están con la soga al cuello económicamente. Dentro de unos días se celebra La patrona. Pues bien, hay una fiesta, con muchos invitados. El salón de actos se pone a rebosar de gente, seguramente sobrepasando ampliamente el aforo legal y, curiosamente no se enciende la calefacción, si no el aire acondicionado. Sí amigos, allí donde trabajo, dentro de unos días, el día de la Santa se celebrará con el aire acondicionado puesto. Qué zarzamora, ¿Te gustaría un poco de ese aire para tu oficina?

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    1. Querido anónimo: ¿Sabes que idea me ha dado hoy una de las "frioleras"? Que me ponga un ventilador en mi puesto. La verdad es que me vendría bien un poco del aire fresco que a vosotros os sobra. Como fueran mis compañeros a tu "fiesta oficial" os ponían una reclamación por frío. Seguro. Un abrazo y gracias por pasarte por aquí.

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  4. Bueno ahora los "aires acondicionados" hacen de todo. Digamos que les optimizan, vamos, más competitivos. En enfrían en verano y en invierno dan calorcito. Dicho así, parece que os ponen el aire frío -como en verano- que sería lo más propio, porque claro, con tanta gente... Invitará la casa noo?

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    1. Esa es la teoría, que optimizan, pero en los lugares de trabajo no se mantienen bien. ¿Y limpiarlos? Están llenos de mierda por fuera. Por dentro...prefiero no pensarlo. Un abrazo.

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