martes, 27 de noviembre de 2012

Antes del tercer ring


                                               

Esa es la consigna que tenemos en todos los aparatos, bien adherida, mediante una pegatina, para que no se olvide: "Descolgar antes del tercer ring, dar los buenos días y el nombre y ser muuuy, muuuy amable".

Yo, por mi puesto en ventanilla, me libro de la pesadilla telefónica. He desarrollado un mecanismo de autodefensa y soy inmune al ring continuado del teléfono, a los pitidos de la puerta cuando detecta metales, o a la horrible cadena de radio que antes sintonizaba una de mis compañeras (menos mal que, aprovechando sus vacaciones, volví a sintonizar el Kiss FM y no me lo ha tocado).

El otro día salió el director de su despacho. Sinceramente, no recuerdo para qué. Todos estábamos ocupados. Yo, con cuatro clientes a la espera, y el resto colgados del teléfono o atendiendo personalmente a alguien. El jefe, simplemente, salía de su "guarida". Y otro teléfono empezó a sonar. No miró que hacíamos, no se acercó a ningún receptor para coger esa nueva llamada (se pueden coger desde cualquier aparato). Se puso a vocear: "Ese teléfono...¿Queréis coger ese teléfono?" Hubo quien se disculpó: "Es que no puedo"

Yo, que también empiezo a ser inmune al director, seguí con mi atención a los clientes. Ni le contesté, ni cogí el teléfono. Creo que la llamada se perdió porque, en ese momento, el único que la podría haber cogido era él y, en vez de hacerlo, hizo mal uso de su autoridad, que es lo que hacen muchos jefes, y tiró por el camino fácil pero poco práctico del "ordeno y mando".

Debo decir que cuando, en ocasiones,  no tengo gente delante, aparte de hacer otras tareas, sí cojo llamadas. Con bastante eficacia, por cierto. Y es que llevo tantos años en la sucursal que a la mayoría de los clientes les conozco por la voz y casi, casi, me adelanto a sus "problemas", porque sé de qué pie cojea cada uno.

El otro día ya estaba dispuesta a irme a la calle a disfrutar del ratito que tenemos de descanso. Tenía puesto el abrigo, y me había colgado el bolso, donde he guardado mis gafas de cerca, que ya me había quitado. Y...¡oh, mala suerte!, sonó el teléfono y todos estaban ocupados. Realmente el director no sé si lo estaba. Mi jefa me pide: "Coge el teléfono antes de irte". Me quejo y le digo: " Eres mala, ¿Cómo me puedes hacer esto? Estoy asfixiada ya con el abrigo.Tenías que haberte hecho a la idea de que ya no estaba". Pero como soy tonta lo cogí:

-Buenos días, le atiende Zarzamora ¿en qué puedo ayudarle?
-Quiero hablar con la subdirectora.
-¿Eres Gema verdad? ¿Te puedo ayudar yo?
-No, muchas gracias, Zarzamora. Es un tema de un préstamo y lo lleva ella. Me corre mucha prisa. Dile que no se olvide de llamarme.
-Vale, no te preocupes, espera que anoto los teléfonos tuyos, el nombre y el recado y le meto prisa.

Estoy acalorada porque sigo de pie,con el abrigo puesto. El bolso se me escurre al agacharme a escribir la nota y no tengo ganas de sacar mis gafas. Así que escribo como puedo, casi a tientas, todos los datos en un papel y se los doy a mi jefa.

Por fin salgo al fresco mañanero y me repito como en un mantra: "Zarzamora, eres imbécil, imbécil, esto no se lo hacen a Glicinia (la otra administrativa), que es más lenta y menos eficaz que tú y por eso se libra de todos los marrones"

Casi a punto de irnos ya para casa, cuatro horas después de la llamada de Gema, mi jefa repara en el papel, perfectamente legible aunque lo hubiera escrito sin gafas. "Urgente, llama a Gema, por su asunto del préstamo"

-Ay, pobre Gema, es verdad. Ayer me llamó también dos veces. Pero, con lo tarde que es ya.... Lo dejo para mañana.

Al día siguiente tengo la suerte de coger nuevamente la llamada de Gema. Esta vez antes del tercer ring. Se queja de que no la llamó nadie.

-¿Pero cómo es posible? Le dejé el recado de inmediato y prometió que te devolvería la llamada rápidamente. Espera, que te paso ahora mismo con ella.

Y dicho y hecho. Esta vez mi jefa no se escapa.

- Te paso a Gema. Ya le he dicho que te dejé el recado ayer, en cuanto llamó.

Clonc. Cuelgo. La llamada ya la tiene ella. Que se defienda como pueda. Pero que no me eche las culpas del tipo... "pues no me dijeron nada de tu llamada". Además, hay ciertos premios de calidad cuando se coge el teléfono con diligencia. Pero a los empleadillos nos tocan unas míseras migajas. ¡Que curren los que cobran!

Creo de todos modos, que en las sucursales con atención presencial al público, lo primero es el cliente que se persona físicamente, que espera su turno, que hace su cola, porque a veces hay colas. ¿Es justo que interrumpas tu atención a un cliente que se ha esforzado en ir a la sucursal por coger la llamada de alguien que "se está colando" telefónicamente?

¿Cómo lo veis vosotros desde el punto de vista de clientes?

2 comentarios:

  1. Yo creo que hay que dar prioridad al que está de "cuerpo presente". A mí me ha pasado en la oficina que me ha llamado algún compañero para tratar algún asunto. Voy a su sitio... y al instante le llaman y se pone a hablar. No me hace ni caso, así que me voy. Allí se quedó hablando por teléfono.Cinco minutos después me voy a casita y me llama al móvil cuando estoy en el coche. No se lo cogí, ni tampoco le llamé al llegar a casa.
    Que aprendan un poco de educación.

    Por cierto. Otra cosa que me saca de quicio es cuando llaman a alguien y éste coge el teléfono para decir que está ocupado, que le llamen en un momento. Vamos a ver... Si no puedes atenderle, ¡no le cojas el teléfono! Si es urgente ya llamará luego.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lamentablemente, se nos obliga a "perder el culo" por coger el teléfono, aunque sea para decir "no le puedo atender, le llamaré luego". ¿Y lo de llamar a familiares y que casi siempre te cuelguen porque les está entrando otra llamada que les parece más importante? Porque si no, no te colgarían, claro.

      Eliminar