jueves, 17 de octubre de 2019

Muy, muy enferma

La jefa, mi jefa, se ha puesto enferma. Ingresó una semana en el hospital y ya lleva casi tres más recuperándose en casa.

Quizá soy mala, pero pienso que está alargando la convalecencia y lloriqueando al médico en exceso.

Esa es Lupe, la misma que me puso pegas porque me tenían que hacer unos análisis que me iban a retrasar una hora.

-Zarzamora, no. No puedes pedir hora los viernes.

-¿Qué? -le respondí indignada- En la Seguridad Social te dan la cita cuando te la dan; y un análisis siempre es temprano. No tengo la culpa de que tu jefa de zona te convoque siempre los viernes para sus mítines telefónicos.

Terció Roque Ronco, el director, y dijo que no pasaba nada, que nos arreglaríamos. Yo, desde luego, no pensaba cambiar la cita porque a Lupe le viniera mal mi ausencia. Me fastidian estas reacciones cuando yo, en mis muchos años en esta sucursal, no he tenido más bajas que las derivadas de mis partos. Pasé los embarazos trabajando hasta la víspera de dar a luz, no como ahora, que la ñoñería impera entre las futuras madres y les dan la baja a los cuatro meses de embarazo. Habría que recordar que es "otro estado", no una enfermedad, ni un riesgo, como parecen considerar muchas de estas modernas que dicen luchar por la igualdad y el feminismo.

Pues eso: no tengo bajas, no me dan ataques de nada, no pongo carita sufriente quejándome de dolores de espalda, ciática, migrañas. ¿Y cómo lo agradece Lupe, la "viejoven" achacosa con persistentes problemas de salud, no sé hasta qué punto reales y hasta qué punto exagerados? Pues poniendo pegas y morros de enfurruñada cuando le avisé de mi corta ausencia del día siguiente.

Ese viernes, el de mi análisis, fue la primera jornada de la larguísima ausencia de Lupe. El inicio de su enfermedad.¡Qué casualidad! Quizá ya se barruntaba algo, notaba algún ligero malestar... Ella pensaba faltar al día siguiente y le disgustó que se solapase con mi cita médica.

No sé... Ese mismo fin de semana ya debía de encontrarse muy recuperada y se fue de fiesta familiar a otra provincia. El lunes ya sí estaba mal. Mal de verdad, porque la ingresaron en el hospital con sueros y antibióticos.

Ahora, durante la convalecencia en su hogar, el único que consigue -a duras penas- comunicarse con ella es el director. A los mensajes que le hemos enviado el resto de compañeros no contesta. No le pedimos ayuda con cosas del banco que ella dejara a medias, nuestros mensajes son del tipo "recupérate" "¿te encuentras mejor?" "Narciso el florista nos ha dado recuerdos para ti". No contesta a nadie. Así que cuando los clientes me preguntan amablemente cómo está, les digo la verdad.

-Imagino que mejorando, pero no sé gran cosa.

-¿No habláis con ella? -inquieren un poco sorprendidos.

Yo disimulo diciendo que quiere descansar y olvidarse del Banco, que está centrada en curarse. La realidad es que no tiene ningún interés en hablar con nosotros.

No, no tiene ningún tumor ni nada especialmente grave. Lupe, en mi opinión, está alargando la baja todo lo que puede.

2 comentarios:

  1. La verdad es que un poco estúpida sí que es Lupe porque, si realmente se encontrase tan mal, agradecería esos mensajes de algún modo, ¿no?.

    Un beso.

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    1. Fíjate que son años con ella y aún no le cojo el tranquillo. A veces es muy agradable y a veces muy estúpida. Quizá sea un poco de esa famosa bipolaridad. Un abrazo.

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