miércoles, 26 de noviembre de 2014

Ilusión por decreto.

El Banco decidió que había que motivar al personal de sucursales. No a todo el personal, sino a comerciales y directores. Yo, afortunadamente, al no pertenecer a esa élite (es que lo de "casta" está ya muy manido) no fui convocada al evento.

Invitaron a un "gurú" de la ilusión para que, con el relato de sus experiencias, fuera impregnando los corazones de los asistentes de renovada ilusión por su trabajo y de orgullo de pertenencia a la empresa.

Estamos en una situación en que, como por desgracia hay mucho paro, los que tenemos empleo hemos de estar agradecidos por tenerlo y parece casi pecaminoso quejarse lo más mínimo de la empresa que te paga la nómina.

Lupe, mi jefa inmediata, fue a la macro- reunión "ilusionante". Otras conocidas mías, más listas, dijeron que iban y, luego ni se acercaron. Sabían que nadie pasaría lista y les ilusionaba más pasar esa tarde con sus niños en el parque.

Lupe comió a toda velocidad para llegar a tiempo al encuentro. Una vez allí, estuvo haciéndose "pis" un buen rato esperando alguna pausa del conferenciante en un discurso demasiado largo. Las primeras filas estaban repletas de súper-jefes que marcaban los momentos del aplauso. Como una tonta, Lupe se quedó hasta el final. Llegó a su casa de noche, vio a sus niños ya dormidos, tuvo bronca con su marido, que le recriminó haber asistido a ese rollo, y se acostó sin cenar. Acabó la jornada muy desilusionada.

Al día siguiente llegó al trabajo bastante cabreada y solo se relajó un poco tras contarme su aventura.

Una empresa, sea del tipo que sea, no puede pretender que sus empleados se ilusionen con discursitos bienintencionados. La ilusión se genera con cosas más concretas: horarios racionales, personal suficiente, locales más funcionales, jefes dialogantes y no represivos... Lamentablemente, se han quedado solamente en la contratación de un experto en ilusión. Un ilusionista. Un visto y no visto. Un espectáculo mágico con truco de fondo. Lo peor es que el truco se notaba.

Os dejo algunas frases del evento. Ya me diréis si las podéis aplicar a vuestros trabajos o si se quedan en eso, en palabras.

"Tómate tiempo para hacer cosas que hagan que tu corazón sonría"

"Descubre lo que te apasiona y hazlo"

"Sigue tus sueños... Ellos se saben el camino"
            
... Y no te pierdas en el bosque.

"Trabajar duro por algo que no nos interesa se llama estrés. Trabajar duro por algo que amamos se llama pasión"

3 comentarios:

  1. Nos han ido quitando la pasión, el interés y la motivación...efectivamente los sueños van por su lado y no precisamente en el entorno laboral.
    Tristemente los ilusionistas o ilusionadores son cada vez más necesarios pero igualmente inútiles.Solo causan entusiasmo en los crédulos imbéciles que se marcan objetivos de superventas.

    Efectivamente si algo te gusta te ilusionas, y lo puedes llegar a amar con pasión, pero a las empresas creo que solo les importa la producción y los beneficios.

    Que se dejen de gaitas y no traten de liarnos con juegos malabares y coaching (Modas americanas para comerciales muy estresados). Prefiero perderme de vez en cuando en bosques como el de la foto y soñar en cosas mejores.

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  2. Todos estos eventos ilusionantes no son otra cosa que inventos para dar trabajo a esos nuevos profesionales llamados "coach". Se les podría llamar "ilusionistas", "animadores", "cuentacuentos" o cualquier cosa bonita de esas que hacen. No me parece mal que haya gente dedicada a hablar de sueños y a recomendar desear cosas mientras se cierran los ojos fuertemente para que, al abrirlos, veamos que se han cumplido, pero pagar dinerales por hacer eso, me parece una gran tontuna, y creo que, los servicios de esos profesionales, no son baratos.

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  3. Sí yo también me sorprendo de la forma en que se puede ganar dinero siendo "asesor" o "coach". Imagino que es porque a todos nos gusta que nos escuchen, sentir que lo que nos pasa importa a alguien. Pero las empresas no suelen jugar muy limpio.

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