lunes, 9 de junio de 2014

Adiós, compañera.

Le faltó tiempo al departamento de "Recursos humanos" para suprimir un "recurso" de mi sucursal. En este tablero de ajedrez con pocas piezas que es cada sucursal, han suprimido un peón. Se lo ha comido Augusto (el rey, el director) pero por mandato de Kasparov, nuestro "gestor de recursos humanos".

Un cliente importante del Banco se ha trasladado a otra oficina y entendían que eso supondría mucho menos trabajo. Sobraba una persona. Augusto no lo dudó: fuera Glicinia. En principio peleó por quedársela, pero sus armas valen de poco cuando Kasparov entra en juego y ejerce su poder sobre él, diminuto rey de madera maltratado por el tiempo y los golpes, cuyo reino se limita al pequeño tablero que es su sucursal.

Así se fue Glicinia. De un día para otro. Apenas sin tiempo para despedirse de los clientes habituales, con sus pertenencias metidas de cualquier manera en una bolsa de hipermercado, sin podernos informar de los asuntos que dejaba pendientes. Aunque imagino que eso le daría igual; en una situación así debería serle indiferente. Si sus temas no resueltos se convierten en reclamaciones, peor para nosotros, ella ya no estará aquí.

Con la pena de que lleva a sus espaldas tres o cuatro sucursales, de que llega la última y siempre es ella la que acaba trasladada, que no aguanta más allá de dos años en cada sitio.

Glicinia no era mi amiga, era compañera, como el resto. Quizá yo sea rarita, pero creo que es más práctico tener los amigos fuera del ámbito laboral. A veces me ponía de los nervios porque se explicaba mal, me contaba cosas dando por supuesto que yo conocía todos los antecedentes y poniendo cara de "¿cómo es posible que me preguntes eso?" cuando yo intentaba aclararme. Tuve que aguantar decenas y decenas de fotos de alguno de sus viajes (pincha aquí) y el año pasado nos peleamos a cuenta de las vacaciones.

Pero existía una "complicidad" (esa palabra que tanto se repite ahora en los medios de comunicación) porque las dos éramos peones en este particular tablero.

Complicidad (según la RAE): Cualidad de cómplice.
Cómplice: Que manifiesta o siente solidaridad o camaradería.

Nos pasábamos las informaciones sindicales, caminábamos juntas hacia el metro, nos gustaba comer en casa de una forma sana y hacer algo de ejercicio. Criticábamos las reuniones de los jefes y no aguantábamos a Augusto, el director. Y nos ayudábamos en lo que podíamos.

Espero que le vaya bien. Cada oficina es un mundo diferente y quizá ahora viva mejor. Mientras tanto, los que nos quedamos, tendremos que discutir otra vez por las vacaciones de verano, que se han quedado nuevamente trastocadas.

                         

Adiós, Glicinia. Hemos pasado buenos ratos juntas. Siento que jamás puedas leer esto, y es que, aunque te hayas ido de mi lado, no me arriesgo a perder mi anonimato. Y quizá te enfadarías si leyeras lo que escribí en su día de tus fotos.

4 comentarios:

  1. Cierto que cuando muere alguien o se marcha lejos se realza su figura y su personalidad,vemos sus valores y sus virtudes y olvidamos el daño,las rencillas, y las peleas.La realidad es que todos al fin y al cabo tenemos corazoncillo y remamos en el mismo barco sobre aguas turbulentas, manejados estos barcos por capitanes en muchos casos incompetentes y fríos como mármol.Por otro lado en el trabajo sólo compañeros, y no siempre de los buenos,pero unidos contra el enemigo que en muchas ocasiones también es un ser desamparado en su soledad poderosa y amarga.
    Besos

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    1. ¡Qué bonito! Me ha gustado mucho tu comentario. Al fin, todos somos buenas personas. sobre todo en las despedidas. Saludos.

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  2. Qué cosas. Ya tenía una imagen de esta persona ficticio-real. Aunque ha sido barrida de este cuadro de ajedrez, pasa inmediatamente a formar parte de otro igual y a jugar de nuevo. En otros casos ocurre como esa ficha que se pierde y no vuelve a parecer y tiene que ser sustituida por otra parecida, o sencillamente tablero y fichas pasan al trastero o al cubo de la basura donde "nunca más se llego a saber" En este caso, la reecarnación por mala que sea, siempre es igual o mejor. Suerte Glicy

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    1. Que pena, ¿verdad?. Glicy es real. Lupe y yo seguimos hablando con ella y no lo está pasando muy bien. Tiene una directora joven y ambiciosa que, por comparación, está haciendo bueno y santo a Augusto. Un abrazo.

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