jueves, 25 de julio de 2013

El Schettino de mi sucursal

Lo siento, quería hablaros de tarjetas, de temas bancarios, pero lo dejo para otro día, la "actualidad" manda y, además tengo ganas de largar con esta lengua viperina que tengo.

Esta mañana la esclusa de entrada ha pitado con casi todos los clientes. Esto es desquiciante para ellos y para mí. Pita el que lleva un móvil, una tablet, una funda rígida de gafas, unos cadenones al cuello, unos cadenones en el bolso de marca. Pitan los obreros con sus zapatos de puntera reforzada y los escoltas con sus mini-pistolas en el bolsillo interior del traje.

Tengo el pitido completamente incrustado en mi cerebro. Y ya casi al final de la mañana una señora desconocida grita y aporrea los cristales. Como no me parecía especialmente peligrosa la abrí sin que hubiera dejado en los armaritos de fuera ningún objeto metálico de los que, seguramente, poblaban su maxi-bolso de marca.

-¡Oiga, señorita, he intentado entrar tres veces y no he podido!
-¿Cómo va a entrar? No ha hecho caso al mensaje grabado, no ha hecho el más mínimo intento de dejar las cosas metálicas. Si ha entrado ha sido porque yo, saltándome todas las normas, le he abierto la puerta.

Estoy segura de que esta mujer va a un aeropuerto y no protesta aunque tenga que entrar con mini-medias o incluso si es cacheada, pero aquí se cree con derecho a entrar porque sí, porque ella lo vale.

Yo sé que es un rollo la puerta. ¡Qué tiempos aquellos en los que un guarda de seguridad se encargaba de esto! Ahora soy ventanillera, portera y, a veces, señora de la limpieza, porque mi mesa no me la puede limpiar la mujer que viene a las 12 de la mañana, en plena vorágine de público, así que me la limpio yo a primera hora con unas toallitas del súper para estos menesteres.

Siempre que me salto las reglas recuerdo al "Solitario", ese asesino que entraba a los Bancos burlando la seguridad porque daba pena, con su escayola (falsa y en la que ocultaba una pistola) y su muleta. En fin, no creo que la señora rubia de bote escondiera un arma en su bolso. Lo que tenía bien a la vista era muy, muy mala leche. Quizá con razón.

Se acercó a ventanilla blandiendo un montón de extractos de cuenta en otra sucursal.

-Señorita, llevo ¡dos años! intentando cancelar un seguro que me contrataron por teléfono. Sí, muy fácil contratar por teléfono, pero luego para cancelar te remiten a teléfonos de pago y te ponen todas las pegas posibles. Se lo encargué a mi secretaria, luego tuve que llamar yo y me siguen pasando recibos. ¡Quiero que hagan algo!

La verdad es que poco podía hacer yo. Con la mañana que llevaba no me iba a meter en ese berenjenal. Le dije que le pondría en contacto con su sucursal porque llegados a ese punto eran ellos los que tendrían que hacer alguna gestión ante la compañía de seguros del Banco. "Cada sucursal que aguante sus marrones". Esto lo pensé, claro.

-¡Ni hablar! -continuó gritando la señora- Yo de aquí no me muevo hasta que me den una solución. Y si es necesario me traigo aquí a un notario. Porque el Banco es el mismo y me lo tienen que solucionar en la sucursal que yo quiera.

Ante esto, y como yo tenía que seguir atendiendo, opté por pasarla a una compañera que nos está ayudando estos días, Clara Fuerte.

-Clara, por favor, atiende a la señora y ponle en contacto con Seguros -Con los gritos de la señora y el escándalo que había montado, Clara ya sabía de que iba el asunto.

Clara tiene una voz, un vozarrón, que abruma. Cuando ella habla yo no entiendo bien lo que me dice la gente. Se la oye desde cualquier rincón de la sucursal. No grita, tiene una voz potente. Debería haber sido actriz de teatro. Ella sí que no necesitaría los micrófonos que necesitan tantos actores modernos que además no vocalizan bien.

Quizá algunos de los que me leéis os preguntéis "¿Y Augusto, el director, dónde estaba?" En ese momento él estaba tranquilo, sin esas visitas de clientes-amigos con las que parece estar muy ocupado, y sin llamadas telefónicas. Lo oyó todo, por supuesto, pero prefirió quedarse en su guarida, agazapado, silencioso, sin salir. Como un Schettino a la inversa. Schettino salió del barco para librarse del marrón. Mi director se quedó quietecito en el despacho para librarse del marrón. También es cobardía.

Cuando alguien monta el espectáculo así, en pleno patio de operaciones, un director con un mínimo sentido del cargo, sale a auxiliar a sus empleadas, sobre todo si solo son dos y están abrumadas de trabajo, dice: "Soy el director, pase a mi despacho" y con esas solas palabras tranquiliza a este tipo de personas que lo que quieren, básicamente, es ser atendidos por el más importante. Y de paso, evita el espectáculo a la vista del resto de la clientela. Augusto suele replegarse en su caparazón cuando hay espectáculos de este tipo, colas inmensas, teléfonos atronadores. Yo creo que tiene miedo escénico.

¿Y qué pasó con el dichoso seguro? Clara Fuerte llamó al teléfono (de pago) de la aseguradora, explicó con su voz radiofónica que tenía a una mujer muy muy enfadada queriendo cancelar el seguro y que por favor la atendieran.
Y,¡oh sorpresa! el seguro llevaba cancelado un año. La señora había traído unos justificantes de pago muy antiguos. No sé de dónde los habría sacado. Ella no se fijó en la fecha. Nosotras, tampoco, la creímos sin más. 

Moraleja: Como dice ese refrán machista que no voy a reproducir íntegro y que mi compañera Glicinia me criticaría: " A la mujer y al papel..."





10 comentarios:

  1. Vaya historias. Vosotras nos aburrís en el trabajo, ¿no?, qué cruz! Y tu jefe es lo peor, me parece vergonzoso que no saliera a solucionar el problema, aunque sólo fuera por la imagen que de sí mismo estaba dando a los clientes porque sido me hubiera encontrado allí me habría fijado en el detalle y le habría puesto a parir.
    Por cierto, no me sé el refrán de la mujer y el papel, pero no auguro nada bueno jaja.
    Besos!

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  2. Menuda llorada Zarzamorina. Te aseguro que yo sufría mientras leía, de veras. Al final todo lo que me preocupó es que yo tampoco conocía dicho aforismo, como le ocurre a L.I.M. Desde aquí le digo lo que yo hice. Como Google lo sabe todo, escribí lo mismo que Zarzamora y ese alien se encargó de completar el dicho.

    Lo escribiría aquí pero como la blogger no lo ha hecho y este foro es muy decoroso, Me abstengo y te invito a que hagas lo mismo que yo. Creo que Réprobo me cae de maravilla, porque un poco malvado sí soy.

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  3. Respondo a los dos participantes. Yo me enteré de ese refrán cuando empecé a trabajar en Banca. Lo decían mucho en el sentido de que hay que mirar los papeles con detenimiento para enterarte bien de todo. Y para que no me pregunte más gente, porque parece que no es tan conocido como yo pensaba, lo pongo entero, no vaya a ser que por no ponerlo penséis aún peor.
    "A la mujer y al papel, hasta el culo le has de ver" Es un poco vulgar pero yo no soy políticamente correcta.
    Besos a los dos.

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    1. ¡Vaya tela! Tiene razón el amigo en que google tiene respuesta para todo, pero no tenía tiempo de buscarlo cuando comenté. Gracias por desvelar el misterio Zarzamora. Y a la persona que creó semejante refrán machista le digo que "donde no hay mata no hay patata", versión más popular si cabe del famoso "de donde no hay no se puede sacar" (me gusta muchísimo más el primero).
      Por cierto, aprovecho para decirte que estaría bien que quitaras el código ese de los comentarios. Te explico, cada vez que alguien comenta le sale la pantallita esa que te hace escribir una contraseña para demostrar que no eres un programa y sí una persona. Pero eso se puede deshabilitar desde blogger. No recuerdo exactamente pero busca en diseño y allí en comentarios, es fácil. Lo digo porque lo mismo eso frena que la gente comente más tus post.
      Lo mismo estoy hablando de más y lo tienes configurado así porque te da la gana jaja
      Besos!

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  4. Pues, aunque no viene a cuento, como se está hablando de refranes, pondré otro que me encanta: "caga el Rey, caga el Papa, sin cagar nadie se escapa".

    Y ahora, para seguir hablando de las bondades de Google, diré que, antes de marcar un teléfono 902, se puede ir a la web y buscar el equivalente gratuito (bueno, de los que están cubiertos por la tarifa plana habitual). En sitios como www.sin902.com se puede hacer esa búsqueda.

    Con respecto a la actuación del gran Augusto, tal vez no sea la mejor, pero desgraciadamente, por lo que suelo ver en mi entorno laboral, es la habitual. Cada vez hay más gente que asume responsabilidades que le vienen grandes. No sé si las asumen porque lo ansían o porque les da vergüenza decir que no están preparados para ello. Supongo que será porque se gana más, aunque no sé si les compensa con tanto paripé que tienen que hacer fuera del horario laboral. En fin, cada cual que haga lo que quiera, o pueda.

    Sobre lo que dice LIM del código que hay que introducir al hacer comentarios, yo no lo tenía activo en mi blog y aparecían montones de comentarios sin sentido para hacer publicidad de otras webs (decenas de ellos). Esos comentarios los ponen programas que automatizan la generación de textos publicitarios en tantos blogs o webs como puedan. En fin que, para evitar eso, no queda más remedio que activar esos códigos tan molestos.

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    1. Yo pensaba que no tenía activado ese código numérico. Me parece un rollo. Si de verdad lo tengo, meteorismo, espero que me indiques cómo quitarlo.

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    3. Ay, ya te lo has quitado! Biennn!
      ¡Besos!

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  5. Hola! Gracias por las visitas y los comentarios en el blog. Esta señora me recuerda a mi misma un día que la lie muy parda en el banco pero en mi caso, con bastante razón. Resulta que, habiendo dinero, me devolvieron todos los recibos domiciliados y me liaron una de tres pares. No sé en que banco estarás pero si es en Bankia, no sigas leyendo jajaja. La persona que me atendió me vino a dar a entender que no era su problema, así que le puse un par de reclamaciones, en directo y por telefono. Con esto quiero decir que no solamente son los clientes sino que los bancos también nos hacen jugarretas. Al final, terminé por cambiarme de oficina. El que me atendió en la que estoy ahora no lograba entender como habían podido hacer eso y el perjuicio que me ocasionaron. Con esto quiero decir que no siempre la persona que grita, no tenga razón. De acuerdo que no son formas, pero es que a mi me lo habían hecho un par de veces ya y la verdad, te quemas mucho. En una cosa estoy de acuerdo, ni el director de la oficina hizo acto de presencia. Es quien tendría que haber dado la cara, aunque el error fuera de un subordinado. Menudo rollo te he soltado. Un saludo

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    1. Entiendo los cabreos de la gente. Lo que pasa es que todo está cada vez más compartimentado y, claro, aguantar las quejas de gente a la que se la "han jugado" en otra sucursal" es muy duro. Cada cual que aguante a sus clientes, sobre todo si son insoportables, que también los hay. Lo que es lamentable es que siempre se haga más caso al que "asusta" con gritos. Que no sirva para dar ideas, je,je,je. Gracias por pasarte por el blog.

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