jueves, 15 de noviembre de 2012

Señoras que estropean tarjetas

He puesto señoras con toda intención, porque el perfil de destructora de tarjetas es ese: señoras de unos sesenta a setenta  años.

Las pierden, las rayan, se las roban, se las dejan olvidadas en los cajeros, olvidan el PIN (código secreto), o lo marcan mal, las olvidan en las tiendas, las denuncian y luego las encuentran y quieren volver a usar esa tarjeta que ya no sirve para nada....

Cada tarjeta tiene un número al final que va desde el 0 al 9 seguido de otro número aleatorio, que es un control. Una señora tiene su primera tarjeta acabada en .....03. Se le raya, va al Banco, le pedimos otra y el nuevo número es .....15, por ejemplo. Con varias mujeres ha sucedido que, tarjeta tras tarjeta, se ha llegado al último número posible para ese contrato:........98. Esta última tarjeta también la perdió y ahí llegó el problema. Había que explicarle que, al haber deteriorado o extraviado ¡10 tarjetas!, había que hacer un nuevo contrato, con un número completamente distinto, con una clave de acceso a cajeros también nueva, que tendría que modificar (si quería) en el cajero.

-¡Ay, hija! Ya me había acostumbrado a ese número tan sencillito que había puesto, mi año de nacimiento 1940. ¿Qué voy a hacer ahora con otro número?
-Lo cambia en el cajero, Dña. Rosario, como la otra vez.
-¿Y dices que lo cambié? Me ayudaría alguien, porque yo no sé. Además, de eso hace mucho tiempo.
-No tanto, que las diez tarjetas las ha roto en seis meses.
-¡Pero como pasa el tiempo! No es posible que se me hayan estropeado tanto.
-Una se le estropeó, otra se le cayó en una alcantarilla. En verano se olvidó una en el hotel. En otoño se le cayó otra del bolsillo mientras cogía setas. Una la rompió su hijo intentando abrir la puerta de casa que se había cerrado con las llaves dentro. Otra la absorbió un cajero del centro comercial, junto con el dinero, porque Vd. se encontró con su cuñada, se puso a charlar y se olvidó de lo que estaba haciendo.
-Que buena memoria tienes, pero hubo una que me la distéis defectuosa. no siempre ha sido culpa mía.Y te has olvidado de aquella que me robaron en el mercadillo, cuando fui a comprar membrillos. Y de la última, que cogió mi nieta, la que estudia Bellas Artes, para hacer un cuadro abstracto que se va a titular "muerte al capitalismo"
-Pero antes de la del cuadro abstracto hubo otra, esa que se olvidó en el bingo.
-Sí hija sí, no canto ni un bingo y me dejo la tarjeta por ahí. Esta me va a durar más, tengo ese presentimiento. Pero anda, sal conmigo y ayúdame a cambiar el número.

Salgo con ella, la ayudo a pulsar todas las teclas y me giro cuando va a cambiar el número para no ver lo que teclea. Me dice:
-Esta vez voy a poner el año de nacimiento de mi marido. Por cambiar un poco. Y por seguridad, porque ahora todos en la sucursal sabeis el número que tenía antes.

El lunes, al abrir el cajero, me encuentro la tarjeta de Doña Rosario. Motivo: la cliente ha marcado tres veces una clave errónea. Afortunadamente, esta vez no ha llamado a ningún sitio. Pensó que, en las tripas del cajero, la tarjeta estaría segura hasta el lunes.

Y el lunes, aparece a primera hora, toda indignada, diciendo que otra vez le hemos dado una tarjeta mala.
-Doña Rosario ¿no será que marcó el número 1940?
-Claro, el de siempre, mi año de nacimiento.
-Ande, salga y marque el año de nacimiento de su marido, creo que así funcionará -le digo mientras le devuelvo su tarjeta.

Se echa las manos a la cabeza, se ríe, me da un beso y dice:
-¡Qué cabeza! ¡Qué haría sin ti! Mañana te traigo unos pendientes muy monos que he comprado en el mercadillo.

Las tarjetas de débito, por lo general, son gratuitas y no se cobra nada por todos esos nuevos plásticos. Yo penalizaría con un coste a todas esta mujeres descuidadas, cada vez que piden en el Banco una nueva. Aunque sean tan entrañables comno Dña. Rosario.


4 comentarios:

  1. Es tan interesante y ameno lo que cuenta esta señora que hasta tengo un acceso directo para entrar de vez en cuando por si hay un nuevo artículo. Algo así como el dominical del periódico que voy directamente a dos columnistas habituales. Leo sus correspondientes artículos -si se lo hay publicado esa semana- y listo. No leo más. Me gustaría llmarme -El Réprobo- pero no sé como hacedrlo y voy como Anómimo.

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  2. Gracias, querido anónimo, por tenerme como "lectura de cabecera". Ya me dirás qué columnistas sigues, por si yo también me animo a leerlos.

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  3. Pues sí, muy maja doña Rosario pero seguro que si le cobrarais las tarjetas tendría más cuidado con ellas...

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  4. Estoy de acuerdo con Anónimo (Réprobo) Los artículos son muy interesantes. Darían para editar un libro. Seguro que sería un éxito como ese de meteduras de pata de estudiantes en los exámenes.

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