jueves, 14 de febrero de 2013

San Valentín, flores y bombones


 

                                              


Hace varias semanas fue el cumpleaños de Lupe. Su marido le había regalado un carísimo teléfono móvil de esos que empiezan por i y cuyas generaciones se suceden con rapidez. Ella le había echado una "bronca" porque no estaban los tiempos como para gastar en esas tecnologías, y le había pedido que lo devolviera.

A media mañana vino un mensajero con un estupendo ramo de flores preguntando por ella. Al verlo se le iluminaron los ojos.

-¿Para mí? Seguro que es de Benigno.¡Pobre! Como le he dicho que devolviera ese teléfono...

Cogió la notita que acompañaba a las flores y se puso a leerla. Y a llorar. Un cliente se había acercado a su mesa y el pobre no sabía que hacer.

-Siéntese, siéntese -le dijo, muy profesional, al señor-es que me han mandado un regalo y me he emocionado. Mire, ni me he secado las lágrimas.

Lupe reía y lloraba. Estaba feliz, pero no completamente. El regalo no era de su marido, era de su hermano que, además, le decía lo feliz que estaba de tenerla en su vida con unas palabras muy bonitas. Posiblemente su felicidad hubiera sido mayor si el regalo y el texto hubieran sido de Benigno.

El otro día un compañero quería convencer a su mujer de visitar a un primo del pueblo. Ella no estaba muy animada. Yo le propuse que le regalara unas flores por San Valentín y así sería más fácil que le acompañara sin criticar demasiado al primo "rústico".

-¿San Valentín? ¿Flores? Bárbara no es de ésas, dice que las flores se marchitan, que es mejor un tiesto  porque dura más.

-Vaya con Bárbara -le dije- Tiene la misma opinión que mi madre, que vivió la posguerra y es económica para todo- Pero aunque te diga que prefiere el tiesto, tú vas con unas flores y seguro que se derrite -continué con mis consejos de consultorio de revista femenina.

Bárbara, por supuesto, no ha recibido flores en el día de hoy. Básicamente porque al primo del pueblo le ha surgido algo y no les puede recibir. Ya no hay que convencer de nada a la esposa. Y San Valentín es un invento de El Corte Inglés.

Yo fui ayer al súper y vi que, con motivo de San Valentín, vendían ramos de flores, bastante económicos, y rosas individuales. Al verlos decidí que iba a regalar algo a mi marido. Elegí una caja de bombones variados y dos tabletas de chocolate negro. Pues sí, se lo regalo, y luego lo disfruta toda la familia, pensé. Lo envolví muy bien, puse su nombre haciendo un "collage" de letras, y recorté de la revista Cuore corazoncitos y la palabra "amor" en rosa. En estas revistas de cotilleo juvenil es fácil encontrar la palabra amor. En fin, que quedó monísimo. Esta mañana se lo he dejado en la mesa del desayuno, para que lo viera junto a su bote de cereales.

Esta noche nos hemos visto, porque en la mañana yo salgo cuando él aún está dormido.

-¡Zarzamora, cómo me ha gustado tu regalo!. Tengo guardado ese envoltorio tan bonito que has hecho. Yo también te he traído una cosita.

Algo oculta en la espalda. Desde luego, de flores, nada de nada. Eso ya lo sabía. Menos mal que tampoco es un tiesto, que bastantes tenemos ya por toda la casa. Ha estado trabajando hasta ahora, no le ha dado tiempo a comprar nada.

-Toma, mi amor -me dice dándome un beso y entregándome "algo" metido de cualquier forma en una bolsita blanca de plástico.

-Lo abro rápidamente y veo que es una tacita muy mona, con un dibujo infantil que parece un tigre.

Nos hemos empezado a reir los dos, por lo atípico del regalo de San Valentín. Y cuando he visto el precio, que estaba pegado en el interior, me he reído aún más. Mi marido es así, suele olvidarse de quitar los precios.  Pero no he conseguido sonsacarle dónde ha conseguido la tacita. Imagino que la tendría en sus almacenajes secretos del trastero, dónde a veces guarda cositas para "regalos de emergencia".

En fin, una noche de San Valentín muy divertida. Mi hija y yo hemos empezado los bombones. Me he zampado dos de licor y, dónde esté un buen chute de chocolate, guindas y alcohol, que se quiten las flores, que no huelen y duran tres días. Y la tacita...creo que la usaré para meter los cepillos de dientes.

Feliz día, bueno... noche de San Valentín a todos.

2 comentarios:

  1. Me han encantado tus historias de San Valentín, especialmente la de la taza de tu marido ¡qué salao!

    Seguro que esa taza te hará sonreir cada día al lavarte los dientes. Sin duda el mejor de los regalos (sonrisas).

    ¡Saludines!

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  2. Lo mejor que yo veo, es eso de feliz noche, no sé si es porque el "post" lo habías publicado a medio día, o bien que deseabas exprofeso buena noche a los enamorados, novios, esposos, compañeros, amantes y demás modalidades.

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